Una colosal pirámide de estilo egipcio y una antigua puerta de la muralla aureliana nos dan la bienvenida al genuino barrio de Testaccio. Este pequeño rione (distrito), atrapado entre el Aventino y el río Tíber, es un hermoso testigo del pasado reciente y presente de Roma que nos permite disfrutar de la ciudad desde su lado más auténtico.
Testaccio
Un poco de historia…
Su nombre se debe al monte Testaccio o «monte de los fragmentos» (testae en latín): 35 metros de altura de restos de ánforas y cántaros que se han ido acumulando durante siglos como resultado de la actividad del puerto fluvial de Emporium.
Este puerto, que funcionaba desde época romana, era el lugar al que llegaban las mercancías en barcazas procedentes de todo el Mediterráneo a través del Tíber.
Los cántaros vacíos, que contendrían sobre todo vino y aceite, se rompían y eran apilados formando este montículo milenario que da lugar al nombre y al símbolo del rione. El número de recipientes amontonados se estima en unos veinticinco millones.
Sin embargo, Testaccio surge como zona residencial para los trabajadores de las factorías que se instalaron en la Via Ostiense a finales del siglo XIX. Nacido como barrio popular y de obreros, constituye un ejemplo único en Roma de urbanización programada.
Desde el principio, fue y sigue siendo un destino habitual de los pasatiempos y días de campo de los romanos. Testaccio siempre tuvo identidad propia y presume de ser la cuna de la A.S. Roma gracias a su campo de fútbol y su gran afición.
Durante la posguerra de la Primera Guerra Mundial se inicia el sucesivo abandono del puerto fluvial, para continuar en los años 60-70 con la eliminación de las grandes instalaciones industriales situadas en la Via Ostiense.
A partir de los años ochenta, estas fábricas y manufacturas fueron abandonadas al deterioro. Posteriormente, serían sometidas a un lento pero sustancial proceso de reconversión. Hoy en día se les ha dado nuevos usos a muchas de ellas: la central Montemartini se transformó en un museo, el antiguo matadero alberga exposiciones, conciertos, mercados ecológicos… mientras que en el monte de los fragmentos tiene su sede la Scuola Popolare di Musica di Testaccio.
Esta evolución ha transformado también el quartiere contiguo de Testaccio, que nació históricamente como espacio residencial para los trabajadores industriales. Continuando con esta modernización, la cultura escapa de los museos para instalarse entre la gente. Déjate sorprender por el arte que inunda las calles y siéntate a disfrutar del ambiente (y la frecuente música en directo) en alguna numerosas terrazas de tabernas, pubs y trattorie que perpetúan la vocación de ocio de este lugar.
Qué hacer en Testaccio
El rione Testaccio es un museo al aire libre. Cruzarlo es un viaje que abarca todas las épocas, desde los restos del Emporium romano hasta los palacios fascistas y los testimonios de la arqueología industrial. El barrio se ha transformado en los últimos años, está de moda y ofrece un sinfín de experiencias diferentes y auténticas al visitante.
No es muy grande, así que no te llevará mucho tiempo recorrerlo. Te recomiendo que empieces por Via Marmorata. Saliendo de la parada de metro Piramide, a mano izquierda. La localizarás fácilmente, pues pasa entre la Pirámide Cestia y la Puerta de San Paolo.
Continúa pateando sus calles y plazas, siempre llenas de vida, lejos de las zonas atestadas de turistas. No es el barrio más bonito ni pintoresco, de hecho todavía es un poco decadente. Podrás ver como se mezclan las costumbres cotidianas con las nuevas e interesantes propuestas que están surgiendo en la ciudad.
Si te apetece comer bien sin muchas pretensiones, las trattorias de este barrio ofrecen platos abundantes, buenos y baratos. También puedes atreverte a probar el tradicional trapizzino. Una visita obligada es el bullicioso Mercado, repleto de productos locales frescos y coloridos, y con puestos de flores y artesanía. Lo encontrarás entre la Via Galvani y Via Alessandro Volta, cerca del Tíber.
Desde allí llegarás casi sin darte cuenta a Il Mattatoio, un inmenso recinto que alguna vez funcionó como matadero y hoy en día es aprovechado como espacio cultural. En él se han instalado el Museo MACRO, un museo de arte contemporáneo que en ocasiones alberga exposiciones interesantes y la Città dell’altra Economia, un espacio de 3.500 metros cuadrados dedicado a la promoción del comercio justo, ecológico y sostenible en pleno centro de Roma. La ciudad ofrece lugares de encuentro, de exposición y venta, así como eventos, música en directo, una librería, una sala de juegos, un biobar y un biorestaurante.
Al regresar hacia el metro puedes hacer otra parada en el tranquilo cementerio acatólico, donde entre las hermosas tumbas descansan famosos, intelectuales y marginados.
En los alredederos del monte Testaccio se encuentra una de las zonas de la vida nocturna romana por excelencia. Da igual cuales sean tus gustos musicales. En ella podrás encontrar desde las discotecas más concurridas hasta los pequeños bares alternativos de ambiente juvenil. Estos locales están ubicados sobre todo hacia la zona de la Estación Ostiense.
Testaccio es escenario de una efervescente movida, una Roma sin tapujos. Situado en el límite del casco antiguo, posee una única ruina solitaria que parece alzarse allí casi por accidente. Sus restaurantes y clubes nocturnos son todo lo contrario a las nuevas tendencias. En cambio, su falta de elegancia los hace tremendamente atractivos para los amantes de lo auténtico. Si estás cansad@ de ver monumentos y hacer las visitas convencionales, este es el lugar que estabas buscando.
Con nuestros guías, una visita guiada por el Testaccio es una maravillosa experiencia. Roma se nos hace presente en una colina que recoge millones de ánforas acumuladas durante casi tres siglos de su historia. Ánforas, ‘teste’ de barro cocido, que no se podían reutilizar y ahora son la base para contemplar la ciudad hoy y la historia de ayer. Escríbenos a info@enroma.com para organizar tu visita guiada por el Barrio de Testaccio.
Testaccio es un lugar para desconectar, para escabullirse; como un pequeño oasis alejado de las preocupaciones diarias y el ritmo frenético de la gran urbe. Es un punto de encuentro y de intercambio con gente de distintas procedencias. Un lugar para expresarse, donde sentirse libres, pero sobre todo, para divertirse.