Chiara se ha equivocado, pensé. ‘’Nos vemos el jueves a las 16:00 frente a Santa Maria in Domnica’’, me había escrito. Será ’in dominica’… digo yo. Parecía obvio para mí. Menos mal que tonto, sí, pero precavido también, no me atreví a corregirla. ‘’Allí iniciaremos una visita con Simona, iremos a ver Santo Stefano Rotondo y la Colina de Celio’’, finalizaba su mensaje.
Santo Stefano Rotondo… ni pajolera idea. Pero bueno, si estaba en la aquella colina, una de las 7 colinas primigenias de Roma, estaba cerquísima del Coliseo. Si hubiese algo muy llamativo, suponía que sería conocido. Parecía obvio que tal cantidad de turistas no pasaría tan cerca de algo extraordinario sin darse cuenta. Pues sí. Tonto una vez, tonto dos veces. Al menos confirmado que soy humano. Consuelo de tontos. Santo Stefano Rotondo, el Celio lo tenía bien escondido y sí, resultó ser una maravilla.
Casualidad
Llegué puntual a la cita. Demasiado. Llegué unos 20 minutos antes. No había nadie, me valió para comprobar que efectivamente era ‘in domnica’ y que nadie viera mi cara de vergüenza. También para comprobar que esa ‘navicella’ que acababa de reunir su nombre se debía a una fuente en forma de nave, barco, frente a ella.
Así que esperé curioseando estas y otras cosas mientras el verano romano manchaba ya mi camisa de sudor. Fueron llegando los primeros participantes del tour, llegó Simona, llegó Chiara. Todas mujeres menos mi compañero y amigo Alberto y yo que, entre bromas, nos vacilaban diciendo que así cualquiera va de visita.
Simona inició su discurso diciendo que visitaríamos la colina y que nos centraríamos sobre todo en Santo Stefano Rotondo. Había hablado con el gerente para poder estar con el grupo dentro un buen rato mientras explicaba. Antes de partir hacia la basílica, añadió, ‘’la verdad es que mi plan inicial no era para nada este. Quería llevaros a visitar otro sitio. No ha sido posible y he pensado en este. Ha sido casualidad. Espero que os guste. ’’
Entrada a Santo Stefano Rotondo
Simona nos condujo a un bonito y tranquilo patio. Un mundo totalmente diferente al que había estado hacía nada, cuando salía de la parada del metro en el Coliseo para llegar. Un pórtico bajo, sin especial atractivo, estaba incluso algo escondido por los árboles.
Las palabras de Simona empezaban a atraparme sin fijarme mucho más en el patio. Santo Stefano Rotondo era la primera basílica con planta circular de Roma y una de las iglesias más antiguas, fechada en el siglo V. En ella descansan los restos de San Esteban. En un día tan lioso de nombres, ya tenía despejado aquel en un segundo. Santo Stefano, San Esteban. Rotondo, redondo.
Entramos.
Santo Stefano Rotondo: una basílica diferente
En las frases previas a que entráramos, noté que Simona había transmitido delicadeza, como si estuviésemos a punto de entrar a un sitio diferente. Incluso ilusionada, como si supiera que nos sorprenderíamos. Y así fue.
El interior de Santo Stefano Rotondo es una de las mayores sorpresas que me he llevado en Roma. Viendo aquel pórtico pequeño de la entrada, oculto, nadie diría que un lugar así estaría tras aquellos arcos.
La basílica se divide en dos grandes círculos. Uno central, donde está el altar, y otro más grande que lo incluye y rodea. Dibujando la circunferencia del altar hay una serie de columnas rematadas en un bloque común. El techo que une ambos círculos tenía una decoración de madera que, sumado a su altura, daba una fuerte sensación de enormidad.
Mitreo, San Esteban y los misioneros
Mientras todos retorcíamos los cuellos hacia arriba, Simona estaba encantada con vernos tan abrumados y deseando satisfacer todas nuestras curiosidades. Nos paramos primero en la capilla de San Esteban, donde descansa el santo y se aprecia un ciclo pictórico sobre su vida y misión.
Por todas las paredes, hasta completar la vuelta completa, cada pocos pasos había un fresco diferente. La mayoría muy explícitos y duros, mostrando torturas realizadas a los cristianos. Simona nos explicaba que era la manera de la época en la que mostrar a los nuevos misioneros qué era a lo que se enfrentaban al aceptar sus misiones. Una vez aceptaran que ese sería el precio a pagar por propagar la palabra de Dios, podrían hacerlo. Porque había la posibilidad deberían encarar un final parecido.
Recuerdo que nos comentó que allí se celebraban muchas bodas. Muchos romanos la reservaban para su unión. Curioso pensar como un acto tan feliz esté rodeado por imágenes tan crueles.
En una parte, se veía como el suelo levantado, hasta algún agujero. Pero estaban así a propósito, pues dejaban ver restos del antiguo Mitreo romano sobre el que se construyó Santo Stefano Rotondo. Un templo romano a la diosa Mitra.
Precios, horarios y visitas guiadas
La entrada a Santo Stefano Rotondo es gratuita. No está permitida su visita durante horas de misa u otras celebraciones religiosas.
El horario de entrada es de martes a domingo de 10:00 a 13:00 y de 14:00 a 17:00 (15:30 a 18:30 en verano).
Para disfrutar de una visita guiada como la que pude vivir yo, descubriendo un tesoro oculto de Roma, escríbenos y hazlo también acompañado de alguno de los mejores guías de Roma como Simona.