Cuenta la leyenda que dos gemelos amamantados por una loba fundaron la ciudad de Roma. Una ciudad que, con tan humilde nacimiento, acabaría dominando el mundo conocido e influyendo en la historia como muy pocas. Rómulo y Remo son los nombres de estos dos legendarios personajes. Ellos, junto con Luperca, la Loba Capitolina, son el nacimiento y el origen de la Ciudad Eterna. Cada año, el 21 de abril, se recuerda el aniversario de la fundación de Roma en el año 753 a. C. Es, por así decirlo, el cumpleaños de Roma. ¡Y este año (2025) Roma tiene que apagar solo 2778 velas!
Esta historia legendaria, con lo que tiene tanto de histórico como de narración mítica, ha representado la imagen de Roma. Nombres y fechas que la hacen única y siguen dando renombre a la ciudad.
Al encontrar los relatos literarios, desde los más antiguos hasta los más recientes; al estudiar los últimos descubrimientos arqueológicos, para todos nosotros sigue siendo una experiencia única poder revivir la época de Rómulo y Remo en el Palatino, el Foro o el Campidoglio. Por tanto, si vienes a Roma, no te pierdas nuestra visita guiada Coliseo Roma. Con una guía experta, —los espacios conservan la huella de las palabras y los hechos—, podréis evocar el inicio de tan gran historia. ¡Métete de lleno en los lugares y emociones que hicieron surgir el mundo de los antiguos romanos, que sigue siendo el nuestro!
La leyenda de la fundación de Roma
Pese a tener una madre loba, la leyenda también nos cuenta quién era la madre biológica de los niños. Ésta habría sido una vestal de Alba Longa llamada Rea Silvia. Como sacerdotisa vestal, tenía prohibido tener relaciones. Sin embargo, Rea Silvia se quedó embarazada, según la tradición, del dios Marte. Para salvar la vida de sus hijos y la suya, pues la condena era la muerte, intentó ocultar su embarazo al rey Amulio de Alba Longa (su tío) y abandonó a los gemelos en una cesta en el río Tíber.
La cesta llegó cerca de la colina del Palatino, en territorio de la que hoy es Roma. Allí, una loba encontró a los gemelos, los llevó a su cueva y los crio como sus cachorros.
En estas circunstancias los habría encontrado el pastor Fáustulo, que los llevó a su casa para adoptarlos como sus hijos junto a su mujer Acca Laurentia.
La pelea entre hermanos
Por otra parte, en Alba Longa, de dónde proceden los gemelos, la situación era peculiar. El rey Amulio habría encarcelado a Numitor, su hermano y padre de Rea Silvia, para asegurarse el trono. No solo eso, habría obligado a Rea Silvia a ser vestal para evitar que tuviera descendencia y, por tanto, posibles rivales al trono.
Pero la intervención del destino, de los dioses y de la bondad de una loba, de Fáustulo y de Acca Laurentia hicieron que Rómulo y Remo, descendientes de Eneas como Amulio y Numitor, nacieran y crecieran. Con los años, los gemelos acabarían destronando con un pequeño ejército a Amulio y poniendo a Numitor con rey de Alba Longa. Ellos, por el contrario, deciden fundar su propia ciudad. Pero en el nacimiento de Roma sus caminos se separarían drásticamente. Rómulo quiere fundar Roma en la colina palatina y Remo en el Aventino. Ambos hacen los rituales pertinentes y gana el Palatino según los augurios.
Así, Rómulo pone los límites de la recién creada Roma y afirma que, quien los cruce, será enemigo de la ciudad. Remo, que estaba en desacuerdo todavía con la elección del lugar, traspasa los límites del Palatino. Rómulo, cumpliendo su palabra, mata a su hermano y se erige en solitario como primer rey de Roma. Nace así el primer periodo de la historia de Roma, es decir, la monarquía romana.
Reflexiones sobre la leyenda de Rómulo y Remo
En Roma podemos encontrar lugares que despiertan el recuerdo de la leyenda. Los espacios son nuestro libro y, tras un proemio divino que nos habla de Jano —el Gianícolo como prólogo de la ciudad—, Rómulo y Remo son la letra capital de Roma.
La altura del Palatino, que hace sombra al valle del Velabro y el Foro Boario, bajando hacia el Tíber, recibe el nombre de Germalus. La naturaleza se hace fabulosa: cuenta fábulas con su nombre propio. Los ‘hermanos – germanus’ que se salvan bajo su altura se recuerdan así en el eco de las rocas, en la perpetua sombra que, como en otros días sin tiempo, Marte derrama desde lo alto protegiendo sus cachorros. Un lugar de hechos fantásticos que entrelazan historias de incontenibles fuerzas divinas y compasivas miserias humanas en héroes como Hércules.
Hoy, como entonces, una loba y un ‘pico’ (pájaro carpintero) siguen siendo símbolos de la protección divina de los gemelos. Un nacimiento maravilloso, exuberante de vitalidad, que el padre Tíber desbordado no sumerge sino que acompaña. Una higuera cobija como fértil orilla el lugar en donde se amamantan los niños en una naturaleza que los ayuda y salva. Parece que Ops, mujer de Saturno, hace surgir del suelo leche y miel. El Ruminal, pecho abundante de la naturaleza nodriza, nos sigue recordando cómo los designios divinos son capaces de vencer incluso las maquinaciones de los reyes.
Un origen divino
Estos niños nos indican que la historia puede tener tantos orígenes. Me explico. Roma no surge con los ab-orígenes, antiguos pobladores de estos bosques, sino de los descendientes de Eneas, un extranjero que escapaba de la guerra en Troya. Con ellos inicia una nueva ciudad —urbe que llegará a ser un ‘orbe’— un mundo regido por leyes que, como las de la física, parecen ordenar las partes de un todo. Un organismo que, con ánima, se renovará en varias ocasiones, siempre a través de pruebas y sacrificios. Las mujeres sabinas traerán el futuro no solo con el coraje de ser madres, sino también ‘lisístratas’ capaces de parar la destrucción de la guerra. Más tarde será otra mujer, Lucrecia, quien marque el paso de la monarquía a la república.
Rea Silvia: madre y protagonista
Las ubres del Ruminal se hallan en el Foro Romano y también el ombligo (umbelicus) que nutre este cuerpo desde las profundidades. En Roma nos asomamos incluso al umbral de la puerta hacia el ‘mundus’ inferior en el que reina Manía y sus ‘manes’.
En la superficie, es Rea Silvia la protagonista de esta historia por contener en su seno la esperanza, incluso sin saberlo. Fue condenada por su tío Amulio a una virginidad necesaria. Sin embargo, su embarazo desvelará una amenaza a los proyectos del usurpador hasta llegar a un parto liberador. La supervivencia de ambos niños, cubiertos como pastores bajo pieles de oveja, con los cuidados de Fáustulo -alegre por su hallazgo- y Aca Larencia, frustrará definitivamente el reino de Amulio en ‘Alba Longa’. Una cerda ‘Blanca y larga’ había guiado a Eneas hacia ese lugar en el que encontrar un nuevo inicio, una nueva ciudad. Un buey y una vaca blancos serán los que marquen los confines de esta nueva urbe guiados por la mano de Rómulo.
«Queremos olvidar la leche que sorbimos
en las ubres de Dios.
Dios nos amamantaba en figura de loba
como a Rómulo y Remo, abandonados.
Abandonados siempre. ¿De qué? ¿De quién? ¿De dónde?
No importa. Nada más abandonados.
Cantamos porque sí, porque tenemos miedo,
un miedo atroz, bestial, insobornable
y nos emborrachamos de palabras
o de risa o de angustia.»
(Rosario Castellanos, Apuntes para una declaración de fe)