Cuando llegamos a Piazza del Quirinale las vistas que tenemos de la ciudad nos explican claramente que nos encontramos en un lugar muy especial. El Palacio del Quirinal parece continuar lo que ya la naturaleza proclamaba: desde esta altura, una de las famosas 7 colinas de Roma, dominas el valle del Tíber. Desde aquí pudes divisar tantas maravillas que ver en Roma y que, plácidamente extendidas ante ti, te están esperando.
La plaza ante el Palacio del Quirinal
Uno de los lugares más hermosos de Roma se encuentra en la Plaza ante el Palazzo del Quirinale. Las vistas de la ciudad, el obelisco con los Dióscuros (Cástor y Pólux), la amplia y monumental fuente de granito, el portal de entrada con las columnas de la antigua basílica de San Pedro sobre las que descansan las estatuas de los patronos de Roma (Pedro y Pablo), son un precioso espacio. Un espacio importante, también desde el punto de vista institucional, para ceremonias de acogida de altos cargos del gobierno italiano e internacionales.
Además, en cuanto plaza del ‘Presidente’, como antes lo fue de los reyes y de los papas, en donde se muestra la importancia de esta institución en la actual República Italiana. Grandes conciertos y el famoso cambio de guardia, se realizan en este precioso escenario en que podemos encontrarnos tanto familias o turistas tomando un helado en los bancos que miran hacia el sol poniente, como cochazos rodeados de policía con algún personaje en visita al Presidente en el Palacio del Quirinal.
Por cierto, para saber si el Presidente se encuentra en el Palacio desde la plaza fijaros en la torre con la bandera italiana y de la Unión Europea. Cuando está el Presidente verás una tercera bandera, la que representa a la autoridad política más alta de la República Italiana.
Visitando el Palazzo del Quirinale
Aunque sea un día de calor de mayo, en lo alto de la colina del Quirinale siempre hay una bonita brisa. Ahora entiendo que desde la antigüedad se haya llamado ‘collis salutaris’. Me dirijo a la entrada para los visitantes. No entraremos por el precioso portal realizado por Domenico Fontana a finales del siglo XVI y que da a la plaza sino por Via XX Settembre. Un altísimo ‘corazziere’ es la mejor insignia para indicarnos por dónde entrar.
Mientras esperamos que dé la hora -nos dijeron que teníamos que llegar 15 minutos antes- voy leyendo un poco sobre este palacio.
Un poco de Historia del Palacio del Qurinal
Desde finales del siglo XV el cardenal Oliviero Carafa tenía una preciosa viña con una torre medieval y un pequeño edificio del renacimiento desde la que podía contemplar todoa la ciudad. En 1502 regala esta viña a sus hermanos. En esa época, entre las ruinas de las Termas de Constantino tenían sus casas dos grandes estudiosos como Pomponio Leto y Platina. Ya dominaban lo alto de la colina las dos colosales estatuas de Cástor y Pólux encontradas entre los restos del tempo de Serápides. De ahí que también se conociera esta colina como Monte Cavallo.
El Quirinal, con San Silvestro y los jardines del Palacio Colonna, fue un precioso refugio para los humanistas del Renacimiento.
Viendo la amenidad, belleza y buen clima de la colina a mediados del siglo XVI los Carafa alquilan la viña primero a los Farnese y luego a los D’Este. El papa, siendo invitado de estas familias y disfrutando de este lugar como un delicioso retiro fuera (Alta Semita, lugares de huertos y con pocas construcciones) y dentro de la ciudad que tiene entera bajo la mirada. En 1583 papa Gregorio XIII, tras haber sido huésped en varias ocasiones, encarga a Ottaviano Nonni, llamado el Mascherino, que reforme profundamente el edifico, creando la llamada ‘palazzina Gregoriana’ la parte más hacia el norte, donde se alza la torre con las banderas y la campana. A partir de entonces, el Palacio del Quirinale junto con el Vaticano pasan a ser los lugares símbolo del poder papal.
Los papas en el Palacio del Qurinal
Luego, con el papa Sixto V, el papa compra el palacio a los Carafa y siguen obras importantes en la colina: realización de la plaza, creación de la calle ‘Felice’ (actual Quattro Fontane) y el acueducto para hacer preciosos jardines. En este momento se amplía todo el complejo hacia la actual plaza y a lo largo de la actual via XX Settembre (antigua strada Pia) con pequeñas habitaciones dedicadas a la Guardia Suiza.
El siguiente papa, Clemente VIII dedicará todos sus esfuerzos a convertir la colina en un jardín del Edén, con preciosos jardines. Más tarde, Paolo V conseguirá fondos para ampliar el palacio gracias al trabajo de Flaminio Ponzio en un primer momento y del Maderno, con una capilla privada decorada por Guido Reni (Capella dell’Annunziata).
En esta capilla encuentro uno de los frescos que más me han gustado. En él encontramos a María cosiendo (Maria del Cucito), preparando quizás los vestidos para el nacimiento del niño que ya está esperando. Es un momento que pocos artistas recogen pero que hace de ese momento de esperanza el motor para los trabajos más escondidos y da energías para nuevos trabajos en la vida cotidiana que se transforma. Dos ángeles modistos la asisten en la intimidad como para anunciar que el coser puede ser un arte divino.
De esta época son también el actual Salón de los Corazzieri destinado a encuentros oficiales.
Época de revolución en el Palacio del Quirinal
Con Pío VI, papa Braschi, el arquitecto Antinori coloca el obelisco actual entre los dos Dióscuros. Sin embargo, poco después tuvo que firmar el tratado de Tolentino de 1797 con la Francia de Napoleón. Con él, las grandes cesiones territoriales y de bienes, dieron un importante aviso de lo que sucedería 10 años más tarde. En 1808 el nuevo papa Pío VII se refugia en el Quirinal y en la noche entre el 5 y 6 de julio de 1809 lo arrestaron y deportaron. En 1811 pasa a ser palacio imperial francés y el arquitecto Stern trabajará para adecuar nuevos espacios con estilo neoclásico preparados para la llegada de Napoleón, su mujer María Luisa y su hijo, que ostentaba el título de Rey de Roma. De hecho, ellos nunca llegarán a vivir aquí pues en 1814 volverá a la ciudad Pío VII.
El 20 de septiembre de 1870 el general Kanzler, comandante del ejército pontificio, observa la situación desde la terre del Mascherino. Allí mismo ordena alzar la bandera blanca y envía algunos oficiales a villa Albani para tratar con el general Cadorna. Más tarde, el 8 de noviembre de 1870, las tropas italianas fuerzan el portal de entrada que había quedado sellado cuando el papa se retiró al Vaticano.
Tras las terribles inundaciones de las Navidades de ese año el rey decide venir a Roma para visitar a los damnificados. Es el momento propicio (así lo había comentado el mismo papa al embajador de España), para que el rey Vittorio Emanuele II tome posesión del palacio. Pasará así su primera noche en el Qurinale entre el 30 y 31 de diciembre de 1870.
De palacio real a residencia del presidente de la República Italiana
En 1938 Hitler residierá en el Quirinale y este hecho será uno más de los que determinarán que los italianos escojan la República tras la II Guerra Mundial. En efecto, el 11 de junio de 1946 Alcide De Gasperi subió al Quirinale para comunicar oficialmente al rey el resultado de referendum que determinaba la voluntad popular.
Entrando en el Quirinale. Qué ver en el Palacio del Quirinal
Tras la breve espera, llega el momento de recibir los auriculares e iniciar la visita. Entramos en el famoso patio que aprece en todos los telediarios cuando llega algún jefe de estado. Luego, subimos por el precioso escalón hasta llegar al impresionante Sala Real o Salón de los Corazzieri.
Entre los frescos de 1616 sobre las ventanas me encuentro con un personaje que siempre me resultó curioso. Se trata de un sevillano Luis Sotelo y del japonés Jasekura Tsunenaga, samurai enviado como embajador en Nueva España y luego ante la corte de Madrid. Allí recibe el bautismo y el nombre de Felipe Francisco de Fachicura. Luego llegará a Roma para presentarse ante el papa.
Historias que me hacen recordar el libro de Shusaku Endo, El Samurai, y que llegan al Palacio del Quirinal. Será pues la pintura a fresco del pintor Agostino Tassi quien nos reavive la imaginación.
La Capilla Paolina
Entramos luego en la Capilla Paolina tras pasar por varias salas maravillosas llegamos a la Galería de Alejandro VII con la sala de los Embajadores y la de Hércules.
Entre las sorpresas que nos esperan, os aconsejo que busquéis los preciosos tapices con las ‘Historias de Don Quijote’. Son tapices gobelinos de inicios del siglo XVIII preciosos y que interpretan en forma popular y llena de colores, personajes y escenas, varios episodios de las andanzas de nuestro español más famoso.
Bustos antiguos, cuadros preciosos, vajillas suntuosísimas con cuberterías de plata y oro, relojes de varias épocas, sillas y sillones. Y al llegar al salón de baile. ¡Qué lampadarios maravillosos entre espejos y decoraciones doradas! Un mundo de luces y reflejos en el Palacio del Quirinal.
Un mundo en una colina
Para reservar tus entradas en el Palazzo del Quirinale puedes visitar esta página. De todas formas, te recomiendo una visita guiada con uno de nuestros fantásticos guías para descubrir la preciosa Colina del Quirinale. Uno de nuestros tours de Roma con el museo de las Scuderie, San Silvestro y las iglesias de Sant’Andrea y San Carlo alle Quattro Fontane, no tienes más que escribirnos a info@enroma.com