El Palacio de Justicia de Roma es uno de los monumentos más titánicos, en cuanto a tamaño, de toda la Ciudad Eterna. Algo que impresiona cuando estamos en Roma. La ciudad de los grandes monumentos, de las construcciones colosales… ¡del propio Coliseo!
Aun así, el enorme palacio inaugurado en el 1911 no deja de sobresalir con sus 155 metros de ancho y sus 177 de largo. Unas medidas realmente imponentes. A orillas del Tíber, a pocos pasos del Castillo de Sant’Angelo, encontramos este gigante, el Palacio de Justicia de Roma. Sede del Tribunal Supremo de Italia, del Colegio de Abogados de Roma y de la Biblioteca Jurídica Nacional.
Orígenes del Palacio de Justicia de Roma
Tras la proclamación de Roma como capital de Italia, a finales del siglo XIX, surgió la idea de la creación de un edificio que aunara los grandes entes jurídicos del país. Y que lo hiciera en la capital, Roma.
Es aquí cuando nace la idea del Palacio de Justicia de Roma. Para el proyecto, se buscó la creación de algo monumental. No un edificio cualquiera sino afrontar una de las mayores construcciones de la historia moderna de Roma. Por ello se escogió el modelo del arquitecto Guglielmo Calderini.
Un modelo que proyectaba ser todavía más grande, con una tercera planta. Debido a los problemas de estabilidad en la construcción del palacio debido a su tamaño, Calderni tuvo que renunciar a ese plan. Finalmente, el edificio cuenta únicamente de dos alturas.
Para su estilo, el objetivo era edificar un Palacio de Justicia monumental, mostrando el poder de Roma como capital y la grandeza de la justicia. Y, a la vez, reflejar en la decoración rasgos del Barroco y del Renacimiento. No se puede debatir que la primera tuvo éxito rotundo. Sin embargo, en la segunda muchos coetáneos de Calderini discreparon. Es más, el resultado fue criticado. Comparándose con otro monumento de similar historia: el monumento homenaje a Vittorio Emanuele II en Plaza Venecia.
Un coloso casi derrotado por su propio tamaño
En Roma, los romanos llaman al Palacio de Justicia el ‘Palazzaccio’. De primeras, podría parecer que es por su gran tamaño. Que también. Pero el apodo se debe más a los turbios asuntos que rodearon su construcción que, ya en el 1912, sólo un año después de su inauguración, fue investigada.
La grandiosidad de palacio, incluso en su interior, con decoraciones a todo trapo y enormes salas levantaron sospechas en los fondos empleados y su origen. Una ironía vistas las funciones del palacio… de justicia.
Voces e investigaciones que salieron a la luz porque, en contra de esta majestuosidad estética, la estructura del edificio sufrió graves daños y problemas durante su construcción.
Tanto que, en 1970, tuvo que desalojarse completamente y se iniciaron serios trabajos de restauración. Por fortuna, muy exitosos. Una reforma en la que Roma contó con un gran equipo de expertos para asegurarse de recuperar el edificio. Aunque, curiosamente, la mayoría de este comité de expertos, en una primera reunión, recomendaban su demolición y la construcción de un parque. Pues la reforma sería extremadamente cara.
Finalmente, venció la opción más cara y difícil y el Palacio de Justicia de Roma pudo conservarse. Siendo uno de los lugares de interés que ver en Roma en las cercanías del Vaticano.
La difícil historia de su arquitecto
Calderini ligó su vida al proyecto del Palacio de Justicia de Roma. Una obra magnífica, enorme, sin precedentes en la historia reciente de la Ciudad Eterna. Pese a no poder llevar a cabo su idea tan a lo grande como deseaba, el Palacio de Justicia resultó en un edificio impresionante.
Desgraciadamente, desde los inicios de las obras hubo problemas importantes de desestabilidad y algún susto con los cimientos. Problemas que marcaron mucho los trabajos. Aunque, finalmente, el proyecto se finalizó. Pero, como hemos visto, más tarde salieron de nuevo a la luz estos problemas. Problemas graves que llevaron al Palacio de Justicia a estar seriamente en riesgo de desaparecer y que acabó siendo un peligro utilizarlo.
No sólo esto atormentó a Calderini, bañado en acusaciones de sus propios colegas arquitectos por, en opinión de estos, mal hacer. Algo que se juntó con la crítica de arquitectos y pueblo romano a la apariencia externa del palacio, que a muchos no gustó. Por si esto fuera poco, estaban las acusaciones de corrupción sobre la construcción… con Calderini, siendo el arquitecto, como uno de los sospechosos.
Una presión que acabó llevando a Calderini a quitarse la vida.