En la colina del Viminal, muy cerca de la Estación de Termini, gran puerta de entrada en Roma, se encuentra el Teatro Costanzi, actualmente conocido como Teatro dell’Opera.
Entre el bullicio cosmopolita de los numerosos hoteles, los restos arquitectónicos de las Termas de Diocleciano, tan impresionantes que futuras construcciones parecen incapaces de engullir, y los funcionarios del cercano Ministero dell’Interno, se abre una plaza que parece un oásis en esta zona de la ciudad. Esta sensación se acentúa por estar situada en un nivel más bajo a via del Viminale y por las palmeras que nos saludan haciendo real lo que podría ser un espejismo.
Un teatro para alojar la Opera en Roma
Domenico Costanzi, compró estos terrenos que en los últimos años de la Roma papal poseía el cardenal De Merode el cual había visto su potencialidad inmobiliaria. Su situación es inmejorable al estar entre la nueva estación central y la parte baja central de la ciudad. De hecho ‘sor Domenico’, como se conocía al empresario popularmente en Roma, poseía dos grandes hoteles el De Russie y el Quirinale. Él había comprendido el gran valor que podía tener para la nueva capital de Italia la construcción de un teatro. De esta forma, justo detrás de su hotel, el Quirinale que sigue existiendo, construye el primer teatro de esta zona de Roma con proyecto del arquitecto Achille Sfondrini.
Fue inaugurado en 1880 con la puesta en escena de Semiramide de G. Rossini. Pasiones y luchas de una reina que se reflejan en las escenas de dioses que pueblan la cúpula realizada por Annibale Brugnoli. En 1926 el teatro pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Roma, con importantes obras de remodelación realizadas por el famoso arquitecto Marcello Piacentini. Este mismo arquitecto en 1958, poco antes de morir y de la celebración de los juegos olímpicos de 1960, lo adaptará a los tiempos de la nueva república italiana. Será él quien dará el aspecto actual que vemos en la fachada del edificio.
Considerado el hermano menor de los grandes teatros italianos (La Scala de Milán, Alla Fenice de Venecia o el San Carlo de Nápoles) para todos los que vivimos en Roma y los que visitan la ciudad es el lugar por antonomasia en el que acercarse a este arte del ‘Bel Canto’.
14 enero 1900, estreno de la ópera Tosca
«Recondita armonia di bellezze diverse!» Canta Mario Cavaradossi en la ópera Tosca de Puccini. Cada vez que escucho estas palabras no puedo evitar asociar Roma con aquel escenario en donde el arte en su misterio mezcla diversas formas de belleza:
«L’arte nel suo mistero,
le diverse bellezze insiem confonde.»
Así también en el Teatro dell’Opera, resumen de Roma, la música, la arquitectura, los gestos y palabras, colorados afrescos inmobiles y acciones que se precipitan, siguen proponiéndonos trágicos amores, luchas políticas, intrigas de poder, la intimidad de amigos y noticias de lejanas batallas en el tablero europeo. Bien vale la pena organizar una tarde noche en este Teatro y participar de una experiencia de ópera en Roma.
Roma que es Castel Sant’Angelo y Palazzo Farnese, prisión y palacio, escenario de una vida que lucha entre ideales sociales y pasiones muy de cada uno. Roma que es también Sant’Andrea della Valle, en mitad del camino entre los otros dos, lugar de trabajo escondido, de celos, miedos, esperanzas y oración.
Tosca es la Ópera de Roma, tanto en la acogedora acústica del Teatro como en las cálidas noches de verano en las Termas de Caracalla. Cantar, porque no bastan las palabras. Poesía para decir lo que callan los diálogos. Gestos para representar lo que todos podemos vivir. Roma es el mejor teatro para una ópera.