El mercado de Testaccio es un lugar especial, para saborear Roma. Y lo digo en todos los sentidos. Par mí, es un rincón en el que saborear lo mejor de la gastronomía romana y a la vez la esencia de Roma, su gente, su vida cotidiana. Un rincón donde la buena comida, el buen trato y las ganas de desconectar y pasar un buen rato se juntan. En el mercado de Testaccio puedes dar un paseo mientras el olor de la pasta artesana y la pizza romana te rodean. Mirando los productos artesanales de ropa, complementos y utensilios del día a día que los puestos ofrecen. Puestos regentados por vecinos del barrio Testaccio, un lugar donde la calidez de la Ciudad Eterna te rodea. A mí en especial, pues el mercado marcó mis inicios en Roma y algunos de los momentos más especiales de mi experiencia en la capital italiana.
Mercado Testaccio: 100 puestos, 100 historias
El mercado, a diferencia de otros en Roma, está cubierto. Y a la vez al aire libre. El recinto, protegido de lluvia y sol por placas transparentes y un sistema de ventilación, da la sensación de estar al aire libre. Sensación que aumenta al tener salidas por sus cuatro costados en varios puntos. Lo mejor de un mercado al abierto y las ventajas de uno cerrado.
En su interior hay 100 puestos, llamados banchi, en venta o alquiler para todo el que quiera abrir su negocio. En los 100 puestos hay una variedad tremenda: restaurantes, vinotecas, puestos de fruta, zapaterías, puestos de street food, pasta para llevar, pizza al corte, tiendas de ropa, de toallas, de complementos, de decoración, bares… Todo girando alrededor de una plaza interna.
En esta plaza del mercado de Testaccio, se disponen sillas y mesas para que todas las personas que adquieran algo para comer en los puestos de comida puedan sentarse allí a disfrutarla. Así como los que simplemente pasean y quieren descansar o quienes piden un café. Así, se comparte comedor con personas que han pedido en decenas de puestos diferentes. Tantos momentos, sabores e historias diferentes que se encuentran en una pequeña plaza llena de vida.
100 historias + 1: la mía
No, no tengo un puesto en el mercado de Testaccio. Pero el mercado sí lo tiene en mi corazón, en mi memoria y en mi historia en Roma. Al poco de llegar, viviendo en Ostiense y no conociendo la zona, me aconsejaron que visitara el mercado. En los primeros días, necesitaba comprar algunas cosas para el piso y para, en general, asentarme y comenzar mi nueva aventura. Me decidí entonces a acudir al mercado y ver qué podía encontrar.
Me di un paseo y vi unas mochilas en un puesto. Necesitaba una para el gimnasio así que pregunté. El señor me respondió que no tenía pero que sabía de otro puesto que sí y me acompañó hasta él, presentándome al dueño e incluso diciéndole lo que estaba buscando. ¿Alguien que te lleva hasta la competencia? Me pareció raro. Pero fue una bellísima sorpresa. Descubrí un lugar donde no hay enemigos sino compañeros, donde todos buscan que la gente acuda al mercado de Testaccio y salga de allí contenta. Así, más personas vendrán y más podrán ganar todos.
El dueño de aquel otro puesto era Mario. Aún recuerdo su nombre, pues Mario no sólo me ayudó ese día, me ayudaría también en los meses posteriores a encontrar, en su puesto y en otros, algunos productos que fui buscando en mis días de Roma. Despidiéndose siempre con un ‘’grazie, signorino Diego’’ incluso cuando me pasaba sólo a saludarlo.
En mi primera visita al mercado de Testaccio me sentí de nuevo parte de Roma. Recordando lo que más me gustaba de la ciudad, el sentirme uno más, acogido, divirtiéndome y charlando con los romanos. En cada puesto que visitaba, pasaba más tiempo respondiendo a las preguntas de los trabajadores sobre aquel español recién llegado que preguntando yo por compras.
El mercado es además, el oasis donde durante la pandemia del coronavirus, los problemas desaparecían cada jueves al mediodía con una carbonara y la compañía de mi amigo Alberto.
Qué ver alrededor del mercado de Testaccio
La visita al mercado puede ser muy interesante porque se puede combinar con monumentos muy interesantes que rodean el lugar. El mismo barrio de Testaccio es un lugar donde perderse. De hecho, a escasos pasos del mercado está el monte Testaccio o el mural de Jumping Wolf.
A unos 5 minutos a pie, o menos, tenemos el cementerio Acatólico y la preciosa Pirámide Cestia. Y, quizás a 10 minutos, la colina del Aventino con sus tesoros y maravillas. Entre ellas el Jardín de los Naranjos o la cerradura de la Orden de los Caballeros de Malta.
¿Cómo llegar?
Se puede llegar al mercado muy fácilmente a través del transporte público. La opción más cómoda es hacerlo a través del metro. Bajando en la parada ‘Piramide’ de la línea B. Desde allí, debemos atravesar las murallas aurelianas dejando la Pirámide Cestia a nuestra derecha. En cuestión de 7-8 minutos llegaremos al Monte Testaccio y, a nuestra izquierda, tendremos el mercado.