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Hércules en Roma

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En A Coruña, ciudad herculina,  en el IES Elviña, en el grupo de Teatro Sardiña, me encontré con Anfitrión, Sosias, Alcmena, Júpiter y Mercurio de la mano de Plauto. Aquel encuentro, divertido y emocionante, mi primera aventura teatral al acercarme al mundo latino de mi profesor Ricardo, ahora me hace reconocer la presencia de Hércules en cada esquina de Roma. Me explicaré.

Hércules, el héroe por excelencia

Diosa amamantando un niño en el Museo Chiaramonti, dentro de los Museos Vaticanos

En los Museos Vaticanos saludo con frecuencia esta estatua de divinidad femenina que está amamantando un niño. Me gusta pensar que es una representación de Juno que amamanta a Hércules, aunque en ella no aparezcan huellas del engaño de Júpiter, ni del sueño, ni del rechazo de Juno. Hércules, hijo de Alcmena y Júpiter, posee una fuerza descomunal, divina, precisamente por haber podido tomar la leche de la diosa. Fue engendrado con un famoso engaño. Durante una noche que duró 3 días Júpiter no tuvo mejor idea que tomar las apariencias de Anfitrión para yacer con Alcmena, la mujer de éste. Ahora bien, ser un héroe, la fuerza y resistencia en los empeños, no le vienen por su violento padre, sino por quien le dio de mamar. Y esto lo sabía Júpiter truhán.

A finales de los años 80 del siglo pasado puedo decir que me inicié así al juego de las apariencias por obra y gracia del Anfitrión de Plauto. Poder del teatro. Junto a la risa, como dulce antídoto, mi memoria se impregnó de la triste historia de los poderosos que usan y abusan incluso siendo un ‘tú mismo’ más fuerte y mejor de ti mismo. Quitarte la personalidad, la máscara, es el robo más terrible, la más desangelada desnudez. Como Sosias, llego a creer no ser quien soy.

Este Júpiter libertino y prepotente que juega con el destino de los humanos, con otro engaño, hace que su divina esposa amamante al niño Hércules mientras duerme. Recuerdo ahora un maravilloso cuadro de Tintoretto que imagina el momento en que Juno se despierta y rechaza al niño que chupa con fuerza de su pecho. De la leche derramada nacerá en el cielo la Via Láctea y perfumados lirios blancos en la tierra.

¿Un héroe padre?

En la misma sala, larga y estrecha de los Museos Vaticanos, en medio a una gran cantidad de estatuas se encuentra una de Hércules con Télefo. De tal palo, tal astilla. Hércules aquí aparece sosteniendo un niño. Sin embargo, siempre me pareció una imagen extraña. No dejo de mirarla con una cierta sospecha intentando imaginarme la escena entre padre e hijo. Pero no lo consigo. De hecho, Hércules borracho violó a Auge y ella se vio obligada luego a abandonar a su hijo. Una cierva lo crió hablándonos de una naturaleza que suple los cuidados de los humanos, por muy héroes que sean.

Una cadena de violencia que empezó con el mismo Júpiter, amamantado por la tierna cabra Amaltea mientras se escondía de la ira de su padre Saturno. Vemos padres violentos que engendran con una ‘vis’, una energía brutal y descontrolada, que se transmite en una sucesión trágica. Héroes de fatigas y anti-héroes paternos.

Escultura de la cabra Amaltea, un fauno y Júpiter niños de G.L. Bernini en la Galleria Borghese

Hércules ¿un héroe esposo?

El centauro Neso es un enemigo formidable. Incluso después de muerto.
Poco antes de morir consigue engañar a Deyanira, esposa de Hércules, haciéndole creer que su sangre tiene una fuerza mágica y afrodisíaca. A cargo de la esposa estaba satisfacer, acontentar, atraer al marido Hércules, siempre dispuesto a ‘dejarse ir’. Ante la llegada de una hermosa esclava, Deyanira decide empapar una túnica del héroe con la sangre de Neso, confiando a la magia lo que pensaba no conseguir de otro modo. El resultado fue el inicio del final de Hércules. Al contacto del tejido con su piel se volvió loco de dolor. Cogió al pobre mensajero Licas que le había llevado la prenda y lo arrojó con descomunal fuerza haciéndolo precipitar en el mar.

Hércules y Licas, escultura de Antonio Canovas en la Galleria Nacional de Arte Moderna de Roma
«Dos patrias produjeron dos héroes: a Hércules Thebas y a Catón Roma. Fue Hércules aplauso del Orbe, fue Catón enfado de Roma.» (Baltasar Gracián, El Héroe)

Deyanira parece destinada a no ser recordada. Es casi una excusa para la venganza de Hércules matando a Neso, una circunstancia para explicar el fatal desenlace de Hércules – Heracles. Ella es la necesidad del destino, una burla que acabará primero con ella y llevará a la muerte del héroe.

El héroe posee una energía incontenible y fatal. Capaz de luchas titánicas pero también de caóticos desenlaces al no ser capaz de controlar esa fuerza. Un héroe que recibe su poder y en cierta manera sufre y es esclavo del mismo. Un destino en el que la voluntad o libertad cuentan sólo en algunas ocasiones y en el que casi siempre el fin justifica los medios. Quizás también por ello sus violencias no se le imputan. Es más, parecen siempre disculpadas como se aceptan las tormentas: salvíficas o destructoras en su arrolladora fuerza.

Los trabajos de Hércules en Roma

Hablando del Foro Boario y de Santa Maria in Cosmedin no podemos dejar de aludir a la historia de Hércules y el rebaño de vacas de Gerión, una de las aventuras que tuvo que afrontar nuestro héroe y que tiene como escenario el valle donde actualmente está el Circo Máximo.

¡Eh! ¡Despierta, Hércules, que Caco te roba los bueyes! Dibujo realizado en silencio y con cuidado por Yago mientras sucedían los hechos.

Sin embargo, sus trabajos llegan hasta los extremos del mundo como también su fama, incluso a mi Finisterre. Son recordados como ejemplos de una vitalidad y una fuerza que parece capaz de vencer cualquier enemigo incluso el más poderoso, el que está tras todas las fatigas: la muerte. No es un caso que su figura adorne tantos sarcófagos. Uno de los más hermosos en Roma proviene de Asia Menor y tiene a Hércules como protagonista.

Uno de los dos lados de sarcófago del s. II con los trabajos de Hércules en la Sala del Sol de la Galleria Borghese

Tantos hércules en Roma

Cómodo y Marcoantonio Borghese, entre muchos otros, lo utilizaron como emblema victorioso o como si ellos fueran una reencarnación del gran héroe. Además, la unión entre proezas maravillosas de fuerza y valor con su condición mortal lo hicieron modelo de la virtud en Grecia y en Roma no sólo para los más ricos y poderosos, sino también para viajeros, comerciantes y soldados. Un mito y un personaje que, como decía ya Cicerón (De natura deorum III, 42) han dado lugar a varios Hércules – Heracles a lo largo de la historia.

Para gran parte del pueblo romano Hércules era -como también los Dióscuros, otros hijos de Júpiter en este caso convertido en cisne para engañar a Leda- un hombre fuerte que podía entender las necesidades de quien afronta las fatigas cotidianas, a veces mortales, y tiene poder para defenderles.

Apolo y Hércules se disputan el trípode délfico. Relieve en que se encuentra en el Anticuario Palatino.

Hércules, y en general el héroe, es alguien cercano a los humanos y más leal de los caprichosos dioses, tantas veces enemigos. Y, al mismo tiempo, un solo solitario, extra-ordinario, engendro híbrido, del que conviene estar lejos por si acaso. Es, por naturaleza, único y tan peculiar que no creo que le gustase tener imitadores…tan sólo subalternos o rivales. Como con Anteo si nos interponemos en su camino es posible que nos levante, pero para alejarnos de nuestra madre tierra y sofocarnos.

Hérules y Anteo, frescos de finales del s. XV en Palazzo Venezia, Roma

Sin embargo, o quizás por todo ello, este gran cazador, vencedor de monstruos, viajero cubierto con la impenetrable piel del león de Nemea, se convirtió en modelo para muchos hombres que hacían de la fortaleza y cercanía al pueblo un motivo para justificar su gobierno. Poco importa que de los 12 trabajos consigan medio o que su fuerza sea un conjunto de foto montajes para Instagram: personajes dignos de ‘Il libro dei mostri‘ de J. Rodolfo Wilcock. Vestidos con corbata, sudadera o pieles encontramos también otros tantos Hércules en Roma y no sólo en las películas o dibujos animados.

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