Un valle es siempre un lugar acogedor.
El Foro Itálico no es una excepción y nos espera, extendido entre Monte Mario y el río Tíber.
Así como el Foro Romano y sus ampliaciones durante el Imperio acogían la vida pública de la Antigua Roma, este nuevo foro está dedicado al encuentro, al disfrute como ciudadanos, al placer de congregarse a pesar de los miedos, de las posibles derrotas o la efímeras victorias.
En un día de lluvia, con la ciudad casi sin turistas y lejos de oficinas o barrios habitados, somos la única presencia humana junto al obelisco.
Empezando nuestra visita en el Foro Itálico guiados por Giulia
El proyecto de los primeros edificios y espacios se debe al arquitecto Enrico Del Debbio. Tanto a la izquierda como a la derecha del obelisco la arquitectura de Del Debbio nos habla de espacios racionales, amplios, en formas geométricas como la H, rectas, lisas pero siempre conectadas entre sí. No se alzan imponentes sino que se extienden buscando crear ambientes llenos de luz y adecuados para los deportes. En uno de esos edificios, el de la izquierda actualmente siguen en actividad las piscinas y el centro de la televisión pública RAI. El de la derecha acoge las oficinas del Comité Olímpico Nacional Italiano (CONI).
Dedicación o culto en el Foro Itálico
La mayor parte de los edificios, excluido el grandioso Estadio Olímpico, están pensados para entrenamientos y enseñanza. No son espacios para grandes multitudes. Por ejemplo, el Stadio dei Marmi, puede contener unos 5000 espectadores. Es, sin embargo, un estadio que celebra el cuidado, la dedicación al cuerpo como fuente de bienestar y de fuerza. 64 esculturas, cada una regalada por una de las provincias italianas, que nos muestran 64 deportes personificados en otros tantos hombres jóvenes.
El «Estadio de los Mármoles» que lleva el nombre del atleta Pietro Mennea con el edificio a H del CONI en el Foro Itálico. Un nuevo Coliseo de Roma como espacio para espectáculos en donde se premia el valor y la fuerza.
Cada uno de ellos, monumental, de 4 metros de altura, en formas colosales, imponentes, pletóricos, no tienen en cuenta ni a los comunes mortales ni mujeres, ni niños ni con cuerpos conformados a la elasticidad o la delicadeza del movimiento. Una exaltación sólo de la fuerza como ímpetu, de la capacidad muscular como expresión máxima del ideal agonístico. Sin borrar la hermosura de estos cuerpos ¡cuánto me hubiera gustado ver otras hermosas expresiones del cuidado, del entrenamiento, de la capacidad humana! Era un culto necesario en el que insitir en tiempos de milicias, de imperios que conquistar y poblar, de razas que mejorar. Son estatuas que quieren contrarrestar la consabida tentación de ‘blandura’ de quien se dedica a las labores artísticas o intelectuales.
Stadio dei Marmi con al fondo a la izquierda el Stadio Olimpico y a la derecha el Palacio de la Farnesina, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores
Mármoles de Carrara para seguir divinizando el mito del hombre capaz de llegar al olimpo de los dioses. 64 Hércules entorno a un recinto en el que día a día contemplan sin ternura los entrenamientos de los mortales en carne y hueso. Quizás no llegaremos a mayor victoria que la de ir superándonos o enfrentarnos a rivales de nuestra misma condición. Con ellos, con los hércules que nos rodean, llevamos las de perder. Hermosos pero que no estimulan la emulación sino que parecen esperar los inciensos y honores del culto a esa fuerza.
Caminamos alrededor del gran estadio. Gracias a Giulia me paro a mirar los miles de pequeñas piezas blancas y negras, que forman hermosos mosaicos bajo nuestros pies. Me da miedo pasar sobre ellos pues me parecen frágiles. De hecho, muchos están incompletos, se ven teselas desprendidas como gravilla sin sentido, con una forma que nadie intentará encajar con otras. Ellas son el símbolo de otro cuidado y dedicación que no encuentran lugar.
Menos mal que los campos de tenis y la Academia de Esgrima (Accademia di Scherma) nos introducen en espacios cuidados. Las arenas rojizas parecen esperar nuestras pisadas, como si fueran una tierra primordial salvaguardada de las construcciones e incluso de la vegetación. Un pequeño oasis de desierto en el que volver a recuperar lo esencial: arena y aire.
La Academia, sobre todo, me ha dejado impresionado por la luz, dimensiones y espacios. Paredes que parecen acoger y conducir suavemente la luz. Superficies por las que la mirada parece discurrir ligera y sensual, sabiendo que el techo cobija sin apretar, como una mano que se te entrega para un beso. Colarnos por una puerta entreabierta fue un regalo inesperado pudiendo imaginarnos nuestro peso acogido en la buena madera del suelo que invita al salto, a la caída atenuada.
Si deseas realizar una visita guiada por estos lugares del Foro Itálico, basta con que nos escribas a info@enroma.com. Vivimos en Roma y te ofrecemos tours en primera persona.