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Éxtasis de Santa Teresa

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‘Ir y quedar y con quedar partirse
partir sin alma, ir con alma ajena’ (Ausencia, Lope de Vega)

Éxtasis de Santa Teresa: la ausencia

Bernini nos hace entrar en la intimidad de Santa Teresa. Desaparece todo, incluso la razón, para construir una escultura en la que se muestra un momento sin tiempo, fuera también de cualquier lugar. En mi opinión cuando Bernini realiza entre 1647 y 1652 este conjunto escultórico, está construyendo una real experiencia de ausencia. La arquitectura eleva a los altares un momento que va más allá de cualquier tiempo o lugar, aunque se pueda localizar en un día, en una época, en una vida. ‘Con quedar partirse’. Se queda con nosotros diciéndonos que ha abandonado todo, incluso el alma.

Éxtasis y presencia

Este momento de éxtasis se representa cada amanecer ante nosotros. Por la luz y el encuentro con nuestros ojos, lo que ni ojo vio ni oído oyó parece destinado a nuestra contemplación. Asistimos desde nuestro tiempo a una intimidad que quisiera ir más allá del tiempo. Así nos narra este encuentro la propia Teresa:

«Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bon­dad lo dé a gustar a quien pensare que miento.» (Santa Teresa de Ávila, Vida, XXIX, 13)

Abandonada que no se cae sino que parece elevarse: su amor es su peso. Elocuente sin proferir palabra, con un no se qué que se queda balbuciendo. Expuesta a la mirada de todos pero para indicar que hay mucho más de lo que los ojos ven. El éxtasis de Santa Teresa nos hace presente que la realidad puede ir más allá del principio de no contradicción. Una locura.

La Capilla Cornaro en Santa Maria della Vittoria es un teatro con un magnífico escenario en el que se muestra lo más escondido e íntimo. Un tálamo en el que un esposo, susurrando dice: ‘Nisi coelum creassem ob te solam crearem‘. Si no hubiera creado el cielo sólo por ti lo crearía. Un lugar en donde estar, un lugar delicioso para un encuentro. Así es también el cielo que ha creado Bernini participando también él en el poder divino plasmando la piedra. El amor de Dios hacia santa Teresa se podría comparar con el de Bernini por su escultura. Tanto la mujer de carne y hueso como esta de mármol parecen entregar todo cuanto han recibido y, al mismo tiempo, poseer plenamente todo lo que han dado: diáfanas transparencias.

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