Las Estancias de Rafael son 4 salas pintadas por el artista y consideradas una de sus obras maestras. Raffaello Sanzio las pintó a inicios del siglo XVI por encargo del propio Papa Julio II. Rafael, ante tan grandiosa oportunidad, dejó Florencia por Roma y, gracias e ello, nacieron unas de las mejores pinturas de siempre. Dichas estancias se hallan en los Museos Vaticanos.
Para visitarlas, por tanto, es necesario comprar la entrada a los museos y se pueden admirar casi al final del recorrido, un poco antes de la Capilla Sixtina. Visitar las Estancias de Rafael es toda una experiencia. Para concerlas un poco más, puedes acompañarme en esta lectura y »visitarlas» a través de la mía.
Mi camino a las Estancias de Rafael
El día comenzó como todos… durante los tres primeros segundos. Janis Joplin y su ‘Piece of my heart’ irrumpieron en mi habitación a las 07:00. Me giré hacia mi izquierda para apagar el despertador. Luego hacia mi derecha para calzarme, levantarme y empezar el día. Me apoyé sobre el extremo de la cama. Calzado, alcé la vista para coger la chaqueta de la silla de mi escritorio. No pude, pues la silla estaba ocupada.
- Buongiorno!
- ¡¿Rafael?!
- El mismo. Vaya, vaya… así que tengo que venir yo a verte. Porque si espero por ti… me hago viejo. Y ya sabes que siempre he sido joven.
- Lo siento, Rafael. Con la situación del coronavirus cerraron el Panteón y, cuando lo reabrieron, siempre que pasé por allí había largas colas. El aforo es limitado.
- ¡Ja! ¡Dímelo a mí! Recibía cientos de visitas cada día, a agradecerme e idolatrarme. No es que necesite halagos… pero pasar de eso a no ver gente por más de dos meses… fue difícil. Comunque! No es eso por lo que he venido. Aunque no vengas a visitarme tanto como antes, sé que siempre me tienes presente. Aunque… empiezo a dudar de nuestra amistad. Después de tantos meses de vuelta en Roma y ni te has dignado a ir a ver mis estancias. ¡Las Estancias de Rafael!
- Oh… Raffaello, rayos. Tienes razón. Sabes, me muero por ir.
- ¡Ja! Ya lo veo… ¿entonces qué hago aquí, amico mio?
- Siempre te has expresado con más calma en la pintura, Rafael… Menudo carácter. Pero te agradezco que seas tan directo. Sobre todo porque… ¡rayos, tienes razón! Iré este mismo sábado.
Planeando la visita
Ahora sí cogí mi chaqueta, me lavé la cara y me tomé el desayuno, que remató con un café. Janis Joplin ahora cantaba en mis auriculares su versión de ‘Me and Bobby McGee’. Siempre ha sido mi canción preferida de Joplin, aunque no era suya. Pero espera un momento… este Raffaello… ¡vaya formas! En fin, era cierto que ni siquiera había ido al Panteón a saludarlo desde mi vuelta a Roma. Decidido, definitivamente iría el sábado. Esa misma tarde compraría mi entrada a los Museos Vaticanos. Aprovecharía algún momento durante el trabajo y lo haría desde el ordenador de la oficina.
Pausé mi concierto privado de Janis Joplin justo cuando decía ‘’feeling good is good enough for me’’ (sentirme bien es suficientemente bien para mí). Quitándome los auriculares pensé ‘’no para Rafael’’. Y empecé mi jornada.
Ya en el trabajo vi que habían llegado justo la noche anterior bastantes reservas para un tour por los Museos Vaticanos… ¡el sábado! No puede ser… cosa de Rafael, pensé. No dejaría escapar la oportunidad. Me apuntaría e iría con ellos. Y así fue.
Valentina sería la guía del grupo y, claro, la mía. Estaba emocionado. La noche anterior, temí dormirme por miedo a que Rafael me diera alguna que otra sorpresa. No quiero ser malinterpretado, es siempre un placer charlar con Raffaello. Pero aquella semana estaba un poco sensible. Además, no había sacado a la mesa que no fui a su exposición en Roma por motivo del 500 aniversario de su muerte. ¡De la que me había librado…!
Visita a las Estancias de Rafael
Durante el tour, visitamos primero otras partes de los Museos Vaticanos. Las Estancias de Rafael las dejaríamos para el final, sólo antes de la Capilla Sixtina. Me moría de ganas por ver las estancias. Quizás haya sonado un poco molesto con Rafael por su aparición pero la realidad es todo lo contrario. Mi querido amigo es un auténtico genio. Y en el fondo no podía tener más razón, debería haber ido a admirar las Estancias de Rafael mucho antes.
Caminando por un pasillo pegado a la fachada de los museos, Valentina dijo ‘’ahora recorremos este pasillo, pasamos por unas escaleras y entramos a a las Estancias de Rafael’’. El momento había llegado. ¿Cómo me sentiría después de haberlas visto tantas veces en imágenes? Después de haber leído tanto sobre ellas… Dejé que todo el grupo pasara, quería ser el último en entrar.
En el umbral de la puerta, incliné la cabeza hacia arriba, tomé aire y entré.
Estancia de Constantino
- Ciao! ¡Has venido!
- ¡Rafael! Pero… -Miré alrededor. Sólo yo parecía verlo.
- Seré tu guía. Gracias por haber venido. Grazie! Venga, pasa, pasa.
- Pero… estoy con un grupo. -Miré a Valentina, todo el grupo me esperaba reunido en la primera de las 4 Estancias de Rafael. Caminé hacia ellos, pero ya no escuchaba la voz de Valentina a través de la radioguía. Raffaello se había apropiado también del dispositivo.
Llegué hasta el grupo y Valentina empezó a explicar la primera de las Estancias de Rafael: la Estancia de Constantino. En realidad, fue la última estancia que se terminó de decorar tras la muerte del maestro y en ella se representan diferentes momentos de la vida del emperador romano Constantino el Grande.
- Mamma mia! Han hecho un trabajo fantástico de restauración, ¿verdad? Ha quedado genial. Cuánto me alegro de que puedas verlo así por primera vez.
- Mira, mira, en esta pared de aquí mis colaboradores representaron la batalla de Ponte Milvio, donde Constantino derrotó a Majencio ganando el control de todo el imperio.
- Dios mío… Rafael, es impresionante. Estoy sin palabras. ¡Precioso, de verdad! -Estaba realmente abrumado. No sabía muy bien ni cómo reaccionar ni por dónde empezar a mirar.
- Grazie, grazie! Pero mira, mira. Vamos a la siguiente, verás.
- Pero… ¡Raffaello!
Estancias de Rafael: Estancia de Heliodoro
Vi como Rafael ya cruzaba la puerta a la segunda estancia. El grupo pasó justo después. Me había quedado plantado en la pared de la batalla de Ponte Milvio. Pasé a la segunda estancia, era la Estancia de Heliodoro. Junto con el grupo, Valentina nos encontró un buen lugar para disfrutar de la sala mientras nos ilustraba. No veía a Rafael por ningún lado. Valentina iba a comenzar a hablar cuando una mano se posó en mi hombro.
- Finalmente! Has tardado una vida. Mira, esta estancia está dedicada al poder religioso y a sus grandes personajes. La pinté en un periodo delicado, ¿sabes? El Papa quería mostrar el poder del papado y de Roma bajo su control. Aquí representé la expulsión de Heliodoro del templo. Quedó bastante bien, ¿verdad? ¿Qué dices, te está gustando?
- La expulsión de Heliodoro del templo… ¡No sabes la de veces que he visto la pintura en fotos! ¡Anda! Y allí la liberación de San Pedro. Rafael… esto es demasiado. Perdona por no haber venido antes. ¡Es incréible!
- ¡Ja! Te lo dije… andiamo, vamos a la siguiente.
Estancia del Sello
Miré un segundo más el fresco sobre la liberación de San Pedro, me volté para sonreír a Rafael pero ya no estaba. De nuevo el grupo se me había adelantado, me había entretenido con el buen Rafael. Llegué y me esperaban. Allí se encontrada la Estancia del Sello. Valentina nos presentó la increíble sala mientras, dijo, esperábamos un momento a que se liberara un hueco para apreciar la pared donde estaba representada la escuela de Atenas.
En el centro de la estancia había un elemento decorativo. Ni siquiera recuerdo qué era, estaba atrapado por la pintura de Rafael. Casi cuando Valentina decía que esperábamos un segundo, un grupo dejó la estancia así que nos movimos. Detrás de aquel elemento central, frente a la pared con la famosa pintura, estaba Rafael. Cuando me vio, hizo aspavientos de prisa y alegría y, con un gesto entre miles, me pidió que me acercara.
- Dai, dai. Te entretienes demasiado. En esta pared plasmé lo que sería mi sueño de una escuela de filosofía. ¿Ves? Todos los grandes filósofos están aquí. Hasta yo mismo, ¡ja! Mira, allí estoy, mirándote. Hasta aparece el bueno de Miguel Ángel, ¿ves aquel hombre con las botas marrones? Michelangelo no se quitaba esas dichosas botas. ¿Qué te parece?
- ¡Magnífico! La pintura es maravillosa, Rafael. Pero no sé si me impresiona más que hayas sido capaz de imaginarte y pensar en todo esto. ¡Creo que eso es lo más interesante!
- Grazie, grazie! Miguel Ángel no me habría dicho eso, ¡ja! Venga, que aún nos queda una más. Andiamo!
Estancia del Incendio del Borgo
El grupo se iba. Yo quería más. Esta vez entré de segundo, sólo detrás de Valentina. Allí estaba aquella última sala, la Estancia del Incendio del Borgo, preciosa. Valentina nos dijo que sólo una pared había sido pintada completamente por Rafael. El resto había sido completado por sus ayudantes. En cuanto la vi me acerqué. Con las manos cruzadas tras la espalda, me encontré a Rafael observando la escena que había pintado 500 años antes. Esta vez posé yo la mano sobre su hombro. Él no me miró, pero sabía lo que estaba pensando.
- Ay… ya se acaba el recorrido. Me gusta ver y recordar mi trabajo aquí, en las Estancias de Rafael. Me siento orgulloso de que lleven mi nombre. ¡Qué tiempos! Cómo echo de menos mi pincel… ¡Divina juventud!
- ¡Divino Raffaello! Mira lo que dejaste, Rafael. Mira toda esta gente que está aquí por ti, para apreciar tu obra. Mira a este tonto, que se siente como un estúpido por no haber venido hasta ahora. -Rafael sonrió con la mirada todavía fija en la pintura.
- Mira, mira. -Le dije imitando el modo en el que él me había guiado por las otras estancias. Rafael me miró esta vez con esta gran sonrisa.
- ¡Gracias por haber venido! Grazie, grazie! Antes de marcharte, no te olvides de fijarte en el detalle que dejé sobre Eneas y su huida de Troya. Disfruta del resto de la visita y no te olvides de venir a verme al Panteón de vez en cuando.
- Gracias a ti, Raf… – Se había ido.
Hasta siempre, Rafael
Quizás Rafael nunca estuvo allí. El Rafel que vi en mi habitación fueron seguramente mis ganas de visitar las estancias. El que vi en las Estancias de Rafael, probablemente la pasión de las explicaciones de Valentina. Por si acaso y por mantener el buen trato con mi querido Raffaello, iré a saludarlo pronto al Panteón.