Las catacumbas de Domitila es uno de los cementerios subterráneos más extensos de Roma, con casi 17 km de galerías.
La fuerza de unas mujeres
¿Quién fue la mujer que da nombre a estas catacumbas? Se trata de Flavia Domitila, sobrina de Flavio Clemente cónsul en el año 95 d. C. Era pariente de la familia imperial ya que su tío se había casado con otra Domitila, sobrina de Vespasiano. Estos terrenos eran de Flavia Domitila. Ella los cedió a varios libertos, seguramente poco antes de que el emperador Domiciano la exiliase en la isla de Ponza tras descubrir que era cristiana.
En un cubículo pequeño excavado detrás del ábside de la basílica de S. Nereo y Aquileo se encuentra el arcosolio de Veneranda. Este fresco testimonia el culto de santa Petronila, que en la tradición se reconoce como hija de San Pedro. Esto ha llevado a pensar que esta mártir quizás esté sepultada muy cerca, en esta misma parte de las catacumbas de Domitila.
Este fresco realizado después del año 356 representa a una chica con túnica y palio que introduce en el jardín del paraíso a Veneranda. Mujeres que se ayudan, que acompañan y abren las puertas del paraíso. Mujeres de Roma, fuertes y que sirven de guía, de ejemplo para conquistar aquella corona y aquella palma de la victoria que antiguamente sólo los generales triunfadores obtenían.
Retrosanctos en las catacumbas
Cerca del santuario, del ábside de la basílica de s. Nereo y Aquileo, las tumbas se agolpan para poder estar cerca de los mártires depositados allí a finales del siglo III. Se trata de la parte más antigua del cementerio, desordenada e intensamente excavada, ya desde el siglo II. Con papa Dámaso (366-84) y luego Siricio esta basílica se amplia hasta llegar a la forma actual. A finales del siglo IV la basílica sobresalía del terreno con la parte alta mientras que el suelo de la misma se encontraba en el segundo nivel de la catacumba. En el siglo VIII quedó desnudo de todo lo que se podía llevar, incluso el suelo, quedando derrumbada hasta las excavaciones de 1873. Los restos de los mártires fueron transportados, por seguridad, hasta la iglesia de los santos Nereo y Aquileo, dentro de las murallas, en tiempos del papa León III.
A finales del siglo XVI, en 1593, Antonio Bosio descubrió estas catacumbas pero no fueron excavadas hasta el siglo XIX por Giovanni Battista de Rossi. Salen a la luz diversas tumbas en cubículos y arcosolios ricamente decorados. En uno de ellos he encontrado una representación de Jonás que me ha gustado especialmente. Estamos en la zona llamada de los ‘fornai’ o panaderos, y en lo alto, un gigantesco Buen Pastor es una de las figuras más conocidas y representadas de estas catacumbas.
En la actualidad, los Misionarios del Verbo Divino son los que custodian las catacumbas de Domitila.