Los ojos profundos y la abertura de esta Boca de la Verdad que permanece en un silencio de piedra infunden temor, pero sólo por las palabras que la han hecho famosa. La imaginación, esa loca, hace que la dura piedra cobre vida. En efecto, ni la verdad ni la traición se comprenden en el fondo con la razón.
La Boca de la Verdad (Bocca della Verità)
«Y sé que hay un portal dormido en cada labio…»
(Luis García Montero, Diario cómplice)
Parece que necesitamos meter nuestras manos, acallando esa boca, mientras tememos que lo imposible se pueda realizar. Todos entendemos ese miedo pues todos nos sabemos mentirosos, conocedores del bien y del mal. Mintió, además, la guía que en el siglo XV llamó a esta tapa de alcantarilla ‘lápida de la verdad’, recogiendo mentiras legendarias sobre demonios que habitaban tras la oscura boca y te atraían hacia el lado sin luz. Mentiras que son verdaderos miedos contados de forma eficaz, redivivos, que te engullen como en otros tiempos las aguas que iban al cercano Tíber.
El rostro de una divinidad fluvial o del mítico Fauno, con barbas y melena ondulante como la corriente de un río, tragaba las aguas que llegan al Foro Boario corriendo por el valle del Velabro. Luego, las palabras que han contado, de generación en generación, el poder de desenmascarar que tiene este ‘mascherone’, lo han salvado. De hecho, a lo largo de la historia, ha pasado de ser un ‘sumidero postrado’ al rostro alzado de un juez que determina la cornamenta de los maridos.
Parece ser, por tanto, que la verdad siempre ha tenido mucha más importancia y consecuencias tratándose de cuernos varoniles. Es como si la verdad o la mentira por antonomasia fuesen la fidelidad conyugal de una mujer. Y, por supuesto, es necesario que ésta aporte pruebas para que pueda ser demostrada.
La leyenda que la convierte en Boca de la Verdad
¿Qué nos dicen la leyenda? Pues bien, se cuenta que hace mucho, mucho tiempo, una mujer, acusada de adulterio, fue llevada ante esta Boca en busca de la Verdad. Hasta entonces, la dura piedra se había mostrado un juez implacable engullendo la mano de quien mentía.
Ahora bien, en este caso, la desdichada, mientras se acercaba a la Bocca della Verità, sufrió el ataque de un loco que, lleno de ira llegó a zarandearla hasta que los guardias consiguieron separarlos y alejar al violento. Más tarde, al recibir la pregunta sobre su fidelidad respondió con serena confianza que nunca había sido abrazada por otro hombre que no fuera su marido y aquel loco que la había importunado de camino. Lo que nadie sabía, e hizo que la Boca quedase inmóvil para siempre, es que precisamente aquel joven, amante y amigo, se había puesto de acuerdo con ella para representar una trágica comedia. De esta forma, engañaron sin tener que mentir. Ella se salvó mientras nuestra piedra quedó como una inútil testigo de la verdad.
Una boca ¿siempre abierta?
Una superficie, un límite, un rostro que mira al cielo y tiene un cuerpo que se hunde hasta sus venas – cloacas. El límite, la boca, necesaria, que recoge y traga, quedando limpia su piel de travertino.
¡Qué maravillosa fuerza de las palabras! Los labios dormidos bajo mil kilos de piedra son capaces de suscitar gritos como los de Audrey Hepburn ante Gregory Peck. Un juego en el que seguimos entrando temblorosamente, ofreciéndonos a meter la mano. De todas formas, aunque nos hagamos los valientes, reímos nerviosamente cuando descubrimos que esa mano sigue intacta. Nadie cree en la posibilidad de este juicio divino, moderna ordalía y, no obstante, todos lo hacemos como un rito propiciatorio.
Curiosamente, esta gran piedra circular, rostro de Fauno o un dios fluvial. Un río que se hace sólido, estable, con una boca besada por tantas manos. Se hace así piedra de toque, lugar de adoración: literalmente ‘hacia la boca’, ad ora. Oramos, dirigimos palabras hacia ella, venciendo su apariencia de sorda lápida en la entrada de Santa Maria in Cosmedin que surge sobre un antiguo templo de Ceres y el Ara de Hércules. De esta forma, la convertimos en un juez de edad incierta que ha visto tantas y merecerá, por nosotros, sobrevivir al tiempo de nuestros amores:
"Más constantes que el odio y la avaricia, más fuertes que el rencor y las prisiones, más heroicas que el sueño de un ejército, más flexibles que el mar, han sido las palabras." (Luis García Montero, Vista cansada)
Permíteme que os aconseje, recomendación personal pero también de guía, que disfrutéis de este monumento con una de nuestras visitas guiadas. La belleza de los lugares y cosas que ver en Roma se disfrutan con el placer de estar en el teatro, dentro de la historia, en donde incluso las piedras hablan. Escríbenos a info@enroma.com para una visita privada o reserva directamente nuestra Roma iluminada para contemplar la Boca de la Verdad a la luz de la luna.
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