La Basílica de San Pablo Extramuros es una de las cuatro basílicas papales de Roma. Todas están caracterizadas por tener una puerta santa y un altar papal. Las otras tres basílicas mayores son San Pedro, San Juan de Letrán y Santa María la Mayor.
Es una de las siete iglesias de Roma que se visitan en el peregrinaje de la ‘via paradisi‘. La basílica y todo el complejo anexo, como el claustro y el monasterio, son propiedad extraterritorial de la Santa Sede en Italia. En 1980 la basílica de San Pablo Extramuros fue incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y es para nosotros uno de los lugares que visitar en Roma.
Es la iglesia más grande de Roma, después de San Pedro. Su aspecto monumental destaca más aún por el amplio espacio libre a su alrededor. Está situada a lo largo de la romana vía Ostiense, a 11 kilómetros de la Basílica de San Pedro. Curioso, ambas están lejos del centro de la ciudad, en dos periferías de la Antigua Roma. De hecho, la basílica de San Pablo se encuentra fuera de las murallas de Roma de donde recibe su nombre ‘Extramuros’. Con el paso del tiempo surgieron otras iglesias dedicadas a San Pablo en el centro pero la más importante y antigua sigue siendo esta basílica.
El terreno estaba ocupado por una antigua necrópolis. Se estima que se extiende bajo toda el área de la basílica y de la zona que la rodea. Una mínima parte puede verse a lo largo de la Via Ostiense, cerca del crucero norte de la basílica de San Pablo Extramuros.
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Historia de la basílica de San Pablo Extramuros
Según la tradición, los primeros cristianos erigieron una capilla funeraria (cella memoriae) para indicar la tumba del Apóstol de las Gentes. Este lugar se encuentra cerca de las “tre fontane” donde San Pablo fue martirizado y decapitado entre los años 65 y 67. De hecho, ya en el siglo I este lugar fue meta de veneración.
En la primera mitad del siglo IV el emperador Constantino edificó en este lugar la primitiva Basílica. El templo fue consagrado en el año 324 por papa Silvestre I. Desde entonces se convirtió en una de las etapas más importantes de las peregrinaciones a Roma.
Su planta contaba con tres naves y cuarenta y dos ventanas. La parte arquitectónica más importante, el ábside, se contruyó sobre la sepultura de San Pablo.
Cambios en la basílica de San Pablo Extramuros
Debido al flujo de fieles que acudían al templo la basílica pronto resultó ser demasiado pequeña. En el 385, los emperadores Teodosio, Graciano y Valentiniano II decidieron derruirla y levantar una nueva construcción más majestuosa. El nuevo edificio, obra de Ciriade y consagrado en el 395 por el papa Siricio seguía el mismo esquema que el anterior. Sin embargo, la basílica contaba con cinco naves, un pórtico con cuatro arcos y su orientación era diferente.
San Pablo Extramuros en la Edad Media
A papa León I el Magno (440 – 461) se debe la realización de los retratos papales en marcos ovales situados en la nave central. Luego, en tiempos del papa Gregorio Magno (590 – 604) se realzó el nivel del suelo. De esta forma, se podía acceder a la tumba del apóstol. Sobre ésta se puso el altar, enriquecido en 1285 con un baldaquino gótico realizado por Arnolfo di Cambio.
Alrededor de la basílica se desarrolló en el siglo IX un poblado fortificado llamado «Giovannipoli«. En efecto, su nombre deriva del Papa Juan VIII que quiso contruirlo como defensa ante los ataques sarracenos.
Fue la basílica romana más grande de la época hasta la reconstrucción de San Pedro.
A lo largo de los siglos los papas seguirán enriqueciendo el templo. Se contruyó un campanario y la maravillosa puerta bizantina, ambos del siglo XI. Además, en el siglo XIII se decoró con los mosaicos de la fachada de Pietro Cavallini y el candelabro pascual de los Vassalletto. En sus preciosos bajorrelieves se representan escenas de la vida de Jesús y motivos floreales.
Entre 1220 y 1241 los Vassalletto erigieron también el hermoso claustro del monasterio.
San Pablo Extramuros en el s. XIX
En 1823 un desastroso incendio provocado por un trabajador que restauraba el tejado del edificio destruyó casi completamente la basílica de San Pablo Extramuros. Hasta entonces, la basílica había conservado su caracter originario durante 1435 años. Quedaron a salvo sólo el crucero con el abside, el arco triunfal, el claustro y el candelabro de Vassalletto.
Como consecuencia, el papa León XII decidió la completa reconstrucción del edificio. La primitiva planta y los elementos que se habían salvado del incendio se mantuvieron. Se eligió el proyecto de Giuseppe Valadier, pero la ejecución de la obra fue encargada a Pasquale Belli. Al final, la nueva Basílica de San Pablo Extramuros fue consagrada en 1854 bajo el pontificado de Pío IX.
Gran parte del mundo cristiano envió entonces donaciones para contribuir a la restauración. Pilares de alabastro fueron donados por Egipto. Rusia envió malaquita y lapislázuli para los dos altares laterales del crucero. La fachada principal, hacia el Tíber, fue subvencionada por el gobierno italiano que declaró la iglesia monumento nacional.
En los trabajos de reconstrucción se encontró un antiguo sarcófago anterior al siglo IV con la inscripción: «A San Pablo, Apóstol y Mártir».
La nueva basílica de San Pablo Extramuros
A la nueva Basílica se accede a través de un cuadripórtico neoclásico de 150 columnas diseñado por Calderini en 1928. Contiene un jardín en cuyo centro se encuentra la estatua de San Pablo realizada por Giuseppe Obici. El apóstol tiene en una mano la espada, símbolo de su martirio, y en la otra el libro que indica su actividad de escritor sagrado.
La fachada, realizada por Luigi Poletti está decorada con mosaicos del siglo XIX. Poletti también diseñó el campanario y el pórtico del lado norte. Este último fue realizado utilizando doce columnas de la nave central de la antigua iglesia.
Tres puertas dan al atrio. La más antigua y la más importante es la de la derecha, llamada, por su estilo, «Puerta Bizantina». Su autor fue Teodoro de Constantinopla que vivió en el siglo XI. Antes del incendio era la puerta central de la Basílica. En el año 1967 fue puesta en la posición actual como Puerta Santa.
El interior de la Basílica de San Pablo Extramuros
El interior de San Pablo Extramuros está dividido en cinco naves utilizando 80 columnas corintias de mármol blanco. De hecho, para reconstruir el suelo del crucero se utilizaron los hermosos mármoles de lápidas de la antigua Basílica.
En la nave central, laterales y crucero se encuentran los retratos en mosaico de los papas. Se encuentran en orden cronológico desde San Pedro hasta el actual. De la primera serie de antiguos retratos a fresco, iniciada en tiempos de León Magno se salvaron sólo 41. En la actualidad estos retratos se conservan en el museo de la Basílica. Pío IX en 1847 comenzó la restauración de la serie esta vez en mosaico.
Entre las ventanas de la nave central se suceden 36 frescos que representan diversos episodios de la vida de San Pablo. Fueron encargados en 1857 por Pío IX.
La vidriera colorada del 1830 se rompió por la explosión del polvorín de la fortaleza Portuense en 1891. Fue reemplazada por láminas de alabastro muy finas donadas por el rey Fuad I de Egipto.
El ábside de San Pablo Extramuros
La parte más antigua de la Basílica está constituida por el arco triunfal y el ábside. El mosaico original fue realizado por artistas venecianos en el siglo XIII por voluntad del papa Honorio III. Actualmente, el mosaico que podemos ver es una copia fiel del antiguo e incluye algunos fragmentos salvados del incendio.
En el centro del ábside Cristo aparece sentado. A su izquierda están S. Pedro y S. Andrés. A su derecha se encuentran S. Pablo y el evangelista S. Lucas. Cerca del pie derecho de Cristo se reconoce la pequeña figura del papa Honorio III. En la parte inferior, vemos la «Etimasia”, el trono vacío, con los instrumentos de la Pasión: la cruz, la corona y los clavos.
Asimismo, en esta parte inferior podemos admirar las estatuas de San Pedro y San Pablo sobre sendos pedestales de mármol.
El Baldaquino y la tumba de San Pablo
El Baldaquino gótico, bajo el cual se encuentra el altar papal, es el original de Arnolfo di Cambio del 1285.
Está formado por cuatro columnas de porfido rojo que sostienen una cobertura decorada con bajorrelieves. En ellos se representan a Adán y Eva, la ofrenda de Caín y Abel y al abad Bartolomé que ofrece el tabernáculo a San Pablo. Por otra parte, los cuatro nichos laterales de las esquinas alojan 4 preciosas estatuas de Pedro, Pablo, Timoteo y San Benito.
Mediante una doble escalera se puede acceder, debajo del altar, a la Confesión que alberga el sepulcro del apóstol Pablo. Aquí también se conserva un trozo de las cadenas que lo ataron en su martirio. Es el lugar más sagrado de toda la Basílica.
Cerca de la tumba del Santo se conservan también los restos mortales de Timoteo uno de los discípulos predilectos del apóstol.
Otras maravillas en el interior de la basílica de San Pablo Extramuros
La Capilla del SS. Sacramento
Diseñada por Carlo Maderno, se encuentra a la izquierda del ábside. En su interior se halla la tumba de Pietro Cavallini y dos obras de gran valor que se han salvado del incedio del 1823. Se trata de un crucifijo del siglo XIV del mismo Cavallini y una venerada estatua de madera de San Pablo de finales del siglo XIV.
La Abadía benedictina junto a San Pablo Extramuros.
El conjunto de San Pablo Extramuros no comprende sólo la basílica sino también una Abadía benedictina del siglo VIII. Fue edificada por el papa Gregorio II (715-731) y restaurada por Odón de Cluny en el 936. Los monjes benedictinos que la habitan presiden, hoy como antiguamente, las celebraciones de la Basílica.
El claustro
En el lado sur del crucero se accede al claustro del siglo XIII realizado por los Vassalletto. Es uno de los claustros más bellos de Roma. Tiene una decoración cosmatesca con columnas dobles ricas y variadas. En ellas apoyan pequeños arcos sobre los que corre un entablamento decorado con taraceas y mosaicos policromados. Además, en el claustro podemos admirar muchos restos arqueológicos de la Antigua Basílica y del cercano cementerio ostiense.
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