Octavio Augusto fue el primer emperador de Roma. Escogido por Julio César como su sucesor, Augusto apuntaba desde muy joven a tener un papel clave en la historia de Roma. Y así fue. Augusto no sólo inició el Imperio Romano y obtuvo una paz duradera ya casi olvidada en Roma. El Prínceps cambió por completo la imagen de Roma aportando nuevos monumentos, restaurando las calles y levantando nuevas termas y anfiteatros. El propio Augusto resumió perfectamente este proceso con estas palabras: ‘’encontré Roma como una ciudad de ladrillo y la dejé en mármol. ’’
Caminaremos en esta página tras las huellas de Augusto en Roma. Repasando su legado en los lugares construidos por el Prínceps y que todavía podemos visitar en nuestros días.
Vida de Augusto, el primer emperador
En el año 63 a. C. nace en Velletri, localidad situada en el sur-este de Roma, Cayo Octavio (Gaius Octavius). Su padre, que tenía el mismo nombre, fue el primer senador en una familia de acaudalados caballeros (equites) y murió cuando el pequeño Cayo contaba sólo 4 años. En ese momento tan difícil todo el peso de la familia recayó en su madre Azia. Ella era ua mujer que parecía encarnar la fuerza de la República Romana y anunciar los tiempos nuevos del Imperio. No acaso era sobrina de Julio César. Será precisamente su tío quien introduzca al pequeño Octavio en el mundo de la política romana y el que, durante la campaña militar de España, lo llame a su lado.
Cuando muere Julio César en el año 44 a. C. Octavio se encuentra en Epiro completando sus estudios. Es allí donde recibe la noticia de que su tío, en su testamento, lo había nombrado hijo adoptivo y heredero. A partir de ese momento decidió cambiar su nombre en Cayo Julio César, aunque la mayoría de la gente lo siguió llamando Octavio u Octaviano.
Al contrario de lo que podría parecer, tras la muerte de Julio César, la situación política no le era favorable, considerando el gran poder que tenía Marco Antonio. De ahí que en el año 43 a. C. tuviera que llegar a un acuerdo con él aceptando formar parte de un triunvirato que incluiría también a Lépido. Unos meses más tarde, el Senado reconocería al difunto Julio César el título de ‘divus’, con el que pasaba oficialmente a ser un dios.
El sobrino de un dios consigue el poder
El triunvirato emprendió entonces una campaña militar para acabar con Bruto y Casio, los asesinos de César. Tras la derrota de éstos en la cruenta batalla de Filipos del año 42 a.C., Marco Antonio pasó a gobernar las ricas provincias orientales, Octavio las occidentales y Lépido la provincia de África.
Los roces entre los tres vencedores empezaron con las victorias navales de Agripa, general y amigo de Octavio. El primero que tuvo que ceder ante el poder de Octavio fue Lépido. Mientras Marco Antonio vivía su historia de amor con Cleopatra, Octavio empezó varias campañas militares en el noreste de la península itálica utilizando el título de ‘imperator’ en cuanto comandante supremo del ejército.
Lo inevitable ocurrió en el año 32 a. C. en el que oficialmente se deshizo la coalición con Marco Antonio. Octavio, no queriendo iniciar oficialmente una guerra civil, declaró guerra a Cleopatra. En septiembre del año 31 a. C., durante la batalla de Azio, la flota de Cleopatra y Marco Antonio fue derrotada, aunque los dos amantes consiguen escapar. De todas formas, su suerte estaba echada ya que tanto él como Cleopatra se suicidarán el año siguiente cuando Octavio invade Egipto y se apodera de sus inmensas riquezas.
Ya sin rivales, Octavio se dedica a la organización militar y administrativa, adquiriendo diversos poderes. Tras el año 27 a. C. Octavio será el ‘princeps’ que podrá nombrar procónsules en las provincias. Luego recibirá el título de ‘augusto’ (título religioso de la adivinación, derivado del verbo ‘augere’, aumentar) colocándolo por encima de cualquier otro ser humano.
La nueva era de Augusto
Personajes de gran importancia en este período de los inicios de la época imperial fueron hombres de gobierno y cultura como Mecenas, Virgilio y Horacio.
El año 17 a. C. con los Juego Seculares, y la construcción del Ara Pacis marcaba el inicio de una nueva época. Los partos habían firmado un acuerdo con Roma en el año 20 a. C. e Hispania había quedado conquistada totalmente gracias a Agripa. Augusto aseguraban los confines de Roma y, al mismo tiempo, reunía en su persona nuevos poderes como el del imperium maius y la tribunicia potestas. Con la muerte de Lépido en el 12 a. C. Augusto pasa a ser también Pontifex Maximus.
Llegaba el momento de pensar en su sucesión ya que en el año 23 a. C había muerto Marcelo, marido de su hija Julia. De ahí que, siempre en el 17 a. C, nombrase como sucesores a sus nietos (Cayo de 3 años y Lucio de 1 año) que Julia había tenido en segundas nupcias tras el matrimonio con el querido Agripa. Por otra parte, siendo ellos tan niños, concedió importantes papeles militares y de gobierno a sus hijastros Tiberio y Druso, hijos del precedente matrimonio de su mujer Livia Drusila.
Al morir Agripa en el año 12 a. C., Augusto la obligó a casarse con Tiberio mientras que Druso muere en el año 9 a. C. Cuando en el año 2 d. C. muere Lucio y en el 4 d. C. Cayo el camino para Tiberio quedaba libre. Agusto, apoyándose en la labor militar de Tiberio y continuando hasta el final con una importante labor de legislación organizativa del naciente imperio, murió un 19 de agosto del año 14 d. C.
El Foro de Augusto en Roma
El Foro Romano era el centro de la actividad en la antigua Roma. Con el crecimiento de la población y de la misma Roma, Julio César había ya ampliado el foro con el Foro de César.
Con un crecimiento imparable, Augusto se topó con una situación similar a lo que aplicó la misma solución. Creando así el Foro de Augusto. Hoy ambos foros están separados por la Via dei Fori Imperiali. En el Foro de Augusto, el edificio más destacado era el templo de Marte Vengador. Monumento del que más restos se conservan, con sus escaleras y algunas columnas aun visibles. Sabemos de otros edificios y decoraciones del foro, aunque no se conservan. Por ejemplo, se sabe que Augusto levantó estatuas en honor a Eneas y a Rómulo.
Augusto también continuó algunas de las obras que iniciara su padre adoptivo César, rematando por ejemplo la Curia Julia.
El Palatino y la Casa de Augusto en Roma
La colina del Palatino quizás no era el centro de la vida en Roma, pero era la colina sagrada donde Rómulo había fundado la ciudad. Por este respeto, en los tiempos de Augusto no era muy habitual que los mandamases de Roma vivieran en la colina. Sin embargo, Augusto sabía de su poder y de su relevancia en la historia romana. Digno incluso de compararse con Rómulo, se construyó la Casa de Augusto en el Palatino.
Aunque ésta era una morada humilde en sus inicios, el Prínceps fue ampliándola con el tiempo. De todas maneras, su fastuosidad no llegó nunca al tremendo palacio imperial que sus sucesores acabarían teniendo. Palacio que acabaría representando a la propia colina palatina y formando así la misma palabra ‘palacio’.
Teatro Marcello
Marcello era un sobrino muy querido para el emperador. En honor a él, Octaviano construyó un grandioso teatro en Roma que llevaría su nombre: el Teatro Marcello. En el teatro se representaban obras y fue incluso utilizado en alguna ocasión, gracias a su gran tamaño, para algunas reuniones extraordinarias del senado.
Prácticamente dos milenios después de su creación, el Teatro Marcello sigue siendo uno de los monumentos imprescindibles que ver en Roma durante un viaje. Un valor de Roma que nos dejó el legendario Octaviano.
Panteón de Agripa
No mucho antes de Augusto, el Campo de Marte (Campo Marzio) era un terreno a las afueras de Roma que servía como lugar de entrenamiento de tropas. A la muerte de Augusto, algunos historiadores de la época no dicen que Roma bien podría verse como una adhesión organizada desde el Campo de Marte. Exagerado, pero es indudable el crecimiento de la zona.
Uno de los motivos principales fue la creación, por orden de Augusto, del Panteón de Agripa. Aunque hay que apuntar que el Panteón no lo construyó Augusto tal y como lo conocemos hoy. El responsable de tan magna obra fue el emperador Adriano.
Pero sí es cierto que la primera obra la hizo Octavio en honor a su mejor general, Agripa. El Panteón creado por Augusto sufrió un gran incendio y quedó en ruinas, abandonado. Adriano aprovechó, algo más de un siglo más tarde, la estructura y lo convirtió en la genialidad que aún hoy es.
Mausoleo de Augusto
También en el Campo de Marte construyó su mausoleo, el Mausoleo de Augusto. Por cierto, recientemente reformado y abierto al público para su visita. Muy cerca de la Via del Corso.
El emperador se inspiró en el monumento funerario de Alejandro Magno (a quien Augusto admiraba) en Alejandría para hacer el suyo propio. Un enorme edificio circular que acogería las cenizas de su familia y las suyas propias. Un apunte curioso, su sobrino Marcello, al que dedicó el teatro, también tuvo su lugar de reposo en el mausoleo.
Al igual que Alejandro inspiró a Augusto, éste lo hizo con Adriano, quien construyó su mausoleo inspirándose en el del Prínceps. Hoy lo conocemos como el Castillo Sant’Angelo.
Ara Pacis: Augusto y la paz en Roma
Con sus victorias en la Galia y en Hispania, Augusto trajo al imperio romano una paz que llevaba décadas sin conocer. Y no menos importante, una paz duradera. Algo aun más extraño en la historia de Roma.
Para celebrar esta paz, Augusto creó un templo en honor a la paz, el Ara Pacis, en el Campo de Marte. Una posición estratégica, pues el Marte es el dios de la guerra. El emperador imponía entonces, en el terreno del dios de la guerra, la paz. Una paz conseguida a través de la guerra.
El templo, muy bien conservado, fue desplazado de su lugar original para su conservación. Este recinto está ubicado muy cerca del Mausoleo de Augusto y funciona como museo. En él, además de poder admirar el Ara Pacis, se celebran a menudo muestras y exposiciones.
Museos Vaticanos
Augusto en Roma dejó una huella tremenda. Como vemos, todavía lo vemos en nuestro día a día. Caminando por las calles de Roma entre las construcciones realizadas por el emperador, pasando por lugares que llevan su nombre y visitando sus monumentos.
La eternidad del primer emperador de Roma llega también al Vaticano. En los Museos Vaticanos, se guarda una de las estatuas mejor conservadas de la antigua Roma. Una escultura dedicada a Augusto: el Augusto de Prima Porta.
Descubriendo Augusto
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