Atracciones de Roma

Aprendemos a contemplar la ciudad del Tíber, a disfrutar de las atracciones de Roma como regalos: tiempo, arte y recursos entregados más allá del poder. Además te ofrecemos consejos útiles para tu viaje a la ciudad eterna.

Lo más importante de Roma

Anterior
Siguiente

Monumentos y lugares turísticos

Anterior
Siguiente

Iglesias y Basílicas de Roma

Anterior
Siguiente

Consejos para tu viaje a Roma

Anterior
Siguiente

Itinerarios y rutas por Roma

Anterior
Siguiente

Veo, veo. ¿Qué ves? Una cosita. Y ¿qué cosita es? Empieza… Así podemos iniciar nuestro viaje por Roma, como un juego, aprendiendo a poner nombres y a darnos cuenta de lo que está ante nuestros ojos. No sólo podemos detenernos ante las grandes obras maestras que se nos presentan sino también sentirla en cada poro, es decir, descubrir la tibieza del aire, el olor de sus pinos, el chorrear musical de sus fuentes. De esta forma, la pregunta sobre qué ver en Roma, se transforma en qué busco, qué he encontrado realmente en Roma. Nos descubrimos, salimos al descubierto, gracias a que Roma nos atrae, con las atracciones de Roma.

Cada uno trae a la ciudad tantas cosas que nos visten, que incluso nos pesan. Ella nos destapa, nos desarma siempre, ganándonos con lo que nos da. Se nos entrega en alma de historias y un cuerpo que hará nuestras delicias. Nadie mejor que ella sabe de qué pasta estamos hechos.

Su patrimonio, una dote, es mucho más que el dinero necesario para construirlo o los actos de poder que lo determinaron. ¡Cuantos ríos de horas, de oro, desde las dos moneditas de la viuda hasta la pecunia y salario fruto de sabe Dios qué tráficos o conquistas, han llegado hasta aquí! Caudales más impresionantes que los 4 ríos que desembocan en la fuente de Plaza Navona. Roma, como un crisol o colinas de abono, ha producido hermosas flores, frutos sabrosos, en siglos y siglos de buen clima.

Quizás hay aquí demasiados actos de poder admirados por tantos que venimos a ver sus maravillas. Pero quizás estas obras podrían ser el lugar en donde habita el mérito del hombre.

Roma, en ese sentido, no tiene dueño. Como un enorme bosque, puede tener propietarios que planten, cultiven o talen, que den normas, pero el oxígeno de belleza que se respira, la vida que alberga, el suelo que la sustenta forman parte del regalo de estar vivos, de pasear nuestro tiempo por este rincón de nuestro planeta.

Actividades qué hacer en Roma: