Villa Albani. Jugando al escondite con el Perugino
Hace unos días, Beatriz Hernanz me indicó que mi pintor era el Perugino, Pietro Vannucci. Así, sin más, como un juego o por azar. Gracias
Los palacios de Roma son símbolos del poder, de quien puede construirlos. Todos necesitamos rodearnos de belleza, de un ambiente que consideramos confortable, de un espacio que reconocemos como hogar. Ese espacio es un símbolo de lo que somos, de cómo queremos mostrarnos, de las relaciones que mantenemos.
Los palacios son muestras de estas necesidades. Han sido construidos por quien tenía poder y recursos para realizarlos, muchas veces como lugares para exaltar la propia familia o dinastía. Historias familiares, de instituciones convertidas en espacios, en arquitectura que hablando de las personas nos hablan de la ciudad.
Estos edificios se hacen especiales por su grandiosidad pero también por las historias de sus ocupantes. Grandezas y miserias que siguen viviendo en las paredes de esta ciudad, tras las cortinas de los palacios de Roma, mientras nos miran pasar.
Hace unos días, Beatriz Hernanz me indicó que mi pintor era el Perugino, Pietro Vannucci. Así, sin más, como un juego o por azar. Gracias
Muy cerca del bullicio de Piazza Navona os podéis encontrar con este oasis de paz y de bellezas. Nada más entrar, en su patio, nos damos cuenta de que dejamos afuera las ocupaciones cotidianas para dedicarnos a una hermosa selección de obras maestras en salas amplias y acogedoras.
En 2022 el Palacio de España celebra los 400 años de la entrada del primer embajador español que lo elige como sede para su residencia. Años más tarde será adquirido por la Corona española siendo la primera embajada con edificio propio en Roma. Un puente entre España y Roma en el que podernos sentir en casa.
En el siglo XVIII Ferdinando Fuga convierte la villa de la familia Riario, lugar delicioso a los pies del Gianicolo, en un suntuoso palacio para la familia Corsini. Allí donde vivió la reina Cristina de Suecia, donde la naturaleza se hace suave para acoger la Arcadia y ahora el jardín botánico o la Accademia dei Lincei, nos esperan maravillosas obras de arte.
La ciudad de Roma ha recibido la mayoría de estos palacios convirtiéndolos en museos, en lugares en donde recibir a los visitantes, hijos de la ciudad o provenientes de todo el mundo. La ciudad se engalana, nos acoge y muestra los tesoros de su historia, invitándonos a un festín de maravillas, una y otra vez.
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