Un amanecer en Roma es una caricia. Darla y recibirla son dos acciones de un único momento. Breve el alba, instantes de equilibrio, como línea de frontera que se alza y nos adentra en caminos aún sin huellas.
Roma nos despierta. Despierta nuestros sentidos y sus palabras nos animan a caminar.
Recibo, así, con el nuevo día una invitación: «Urbem, urbem, mi Rufe, cole et in ista luce vive!» Palabras de Cicerón que resuenan al alba para «permanecer en la Urbe y vivir en esta luz.»
Amanecer en Roma visto desde Plaza San Pedro mirando hacia Castillo Sant’Angelo y el río Tíber.
Nos lavamos. Sumergimos nuestros sentidos en alguna de las fuentes monumentales que a primeras horas del día ofrecen su frescura primordial. El amanecer escuchando el correr del agua es el paso previo a mirarnos en el espejo de su aire. Luego, llegará un buen café en algún bar como el Tre Scalini en Plaza Navona o la Tazza d’Oro junto al Panteón.
Primeros pasos en tu amanecer en Roma
Además, estrenar el día corriendo o dando un paseo puede ser una estupenda idea. Villa Borghese es un lugar perfecto, corazón verde de la ciudad, que te permite asomarte sobre Plaza de España al amanecer, tras tu paseo o carrera.
Recorriendo la ciudad encontraréis los colores del amanecer en Roma reflejados en los espejos más inopinados: adoquines, ventanas y fachadas orientadas hacia los Castelli.
No sólo. Incluso el frío del invierno parece menos cruel en la belleza de la mañana. Para no hablar del fresco placer de estos momentos durante el estío.
Un recorrido al amanecer
Empezar la jornada a la aurora en Piazza Madonna dei Monti puede ser una estupenda idea. El bar Licata en la esquina entre via Madonna dei Monti y via dei Serpenti abre a las 06.00 así que tienes un buen cappuccino y cornetto esperándote.
Luego yo recorrería el antiguo Argiletum hasta llegar al Foro de Augusto para desde allí emprender la subida del Grillo. Al llegar a Largo Magnanapoli con su imponente torre delle Milizie, el sol de la mañana te ofrecerá los mejores colores de Roma.
A continuación, bajaría por via IV Novembre hasta el palacio Colonna y Plaza Santi Apostoli. Pasando ante la Madonna del Archetto y por la Galleria Sciarra disfrutaría contemplando la Fuente de Trevi sin gente y con la luz del amanecer.
Por último, a través de largo del Nazareno y via Due Macelli llegaría hasta Plaza de España en donde dejaría este amanecer como un sueño tomándome un buen café cargado en el Caffè Greco. Dejamos así el alba, imaginada como la Aurora Ludovisi, de rizos color azafrán para que el sol en su carro ya reine sobre las horas.