Las mejores experiencias que he vivido en Roma están unidas a momentos en apariencia corrientes. Sin embargo, en todos ellos hay algo de especial e irrepetible por el que estas experiencias se realizan sólo en Roma. Y es inútil intentar reproducirlas en otras partes. Es como si estas experiencias tuvieran pronfundas raíces en este suelo, estuvieran adaptadas a este aire, acostumbradas a su agua. En muchos casos están unidas a los lugares más importantes que ver en Roma. Aunque no siempre. A veces te encuentras ante un momento ‘bam!’, improvisto, una aparente casualidad, ante un lugar que has visto decenas de veces pero que descubres como algo especial.
Intentando transmitiros esa luz, lo que pasa en esos momentos efímeros que deseas eternos, escogemos algunas imágenes y palabras. Confiamos en que tú encuentres las tuyas o hagas tuyas estas experiencias que te proponemos. Ya nos contarás.
1. Mejores experiencias: fogonazos en Roma
Algunas de las mejores experiencias de vida en Roma son momentos intensos y breves. Como un flash o un fogonazo que parecen durar sólo un instante. Estoy seguro de que estas experiencias personales pueden compartirse y tienen capacidad para seguir provocando la chispa que haga luego subir y estallar esos fuegos tan hermosos cuanto breves.
La aurora y el atardecer, esas dos explosiones de color, para mí son los mejores momentos para experimentar Roma. Por eso quiero empezar este relato contando las mejores experiencias romanas con una chispa que arde especialmente en el calor de los atardeceres de verano. La he encontrado, curiosamente, tras tomar un LemonCocco bien frío en el quiosco de Piazza Quadrata, junto a la entrada de una Roma encantada. Es como si el sabor dulce-amargo tuviera algo de mágico y nos permitiese entrar en el barrio, el ‘quartiere’ Coppedè, con ojos de niño. Gallos, caracoles, salamandras, panteras, leones, serpientes, carneros… como en una selva llena de vida, de sonidos, por un instante, eres explorador de un mundo nuevo, pensado para orientarte hacia otro Este.
Tras la caída del sol que abandona el barrio dejándolo en las sombras de un cuento gótico, no podemos dejar de gustar las delicias del ocaso, de Cerdeña, el lejano Oeste de Italia. Para ello, nada mejor que una cena en el restaurante Mirto. La ‘fregola’, un tipo de pasta muy especial y tostada, con deliciosos sabores del Mediterráneo será un buen final para una experiencia sorprendente que sólo Roma nos puede regalar.
2. Experimentar la ausencia: ruinas, arte, placas
«Cura hominum potuit tantam componere Romam
quantam non potuit solvere cura deum.» (Hidelberto de Lavardin, Allocutio Romae)
«El desvelo de los hombres levantó una Roma tan grande
que destruirla no pudo el desvelo de los dioses»
Pocos lugares en el mundo nos hablan de la grandeza que es capaz de construir el ser humano como Roma. Según el poeta del siglo XI, ni siquiera el desvelo de los dioses por destruirla, como una competición con el hombre, fue capaz de vencer. Prueba de ello son sus ruinas, permanencia, victoria de lo construido o en palabras de María Zambrano:
«Y así en las ruinas lo que vemos y sentimos es una esperanza aprisionada, que cuando estuvo intacto lo que ahora vemos deshecho quizá no era tan presente; no había alcanzado con su presencia lo que logra con su ausencia.»
Pasear entre las ruinas del Coliseo, del Foro o en el Palatino pueden curar nuestro sentimiento de poquedad. Lejos de la tristeza por lo que ya no está, Roma nos ofrece la experiencia de una honda alegría y maravilla por la grandeza de lo que queda. Atadas a esas ruinas, las historias de tantas personas siguen tirando del carro de la historia. Nos invita y casi arrolla, llevándonos tan lejos como nuestra imaginación nos permite. Y para dar rienda suelta a esa imaginación nada mejor que nuestro tour en el Castillo Sant’Angelo entre presencias misteriosas y ausencias elocuentes.
Para contemplar el valle del Foro iluminado por los primeros rayos del amanecer con un estupendo desayuno o por los últimos del atardecer mientras tomamos un apertivo, Roma se nos muestra, distendida ante nosotros en la Terraza Residenza Maritti.
3. Experimentar la Dolce Vita
No hay nada mejor que un aperitivo en Via Veneto, la calle en la que identificamos los recuerdos de la Dolce Vita, para revivir la ciudad como un escenario o un estudio cinematográfico.
En las calles de Roma sabes que todo es posible y que ellas mismas han sido protagonistas de tantas historias, imaginarias y reales. Nosotros podemos ser actores recién llegados a la película que cada día se sigue rodando. Podrías incluso, asistir a encuentros con personajes de la cultura, famosos de aquí o de paso, conseguir un autógrafo, un libro dedicato, un selfie.
La Gran Belleza de contemplar o incluso participar en esos mundos que parecen salidos de un relato o de un film. La mismísima Fontana di Trevi, sobre todo de noche, parece salir en escena tras estar escondida en el interior de un edificio. Podríamos incluso ‘disfrazarnos’, yendo de compras en tiendas romanas con una moda que normalmente no encuentras fácilmente en otras partes. La locura de la Dolce Vita que nos transforma y nos invita incluso a entrar, con zapatos y todo, en la corriente de Roma.
Un cucurucho de castañas asadas compradas en Piazza di Spagna llegan hasta mi imaginación haciéndome sentir incluso su olor. El calor en la noche, un sabor con una punta de dulce y tostado, mientras canta el agua brotando de la Barcaccia. Al mismo tiempo, las luces y las animadas conversaciones suben y bajan por la escalinata, la Dolce Vita se adueña de la realidad, como si estuviéramos en un sueño.
4. Una experiencia trascendental
Ante todo, te aconsejo que escojas una capilla que te guste, en la que por arte y paz te encuentres bien. Si coincide con un concierto de música sacra en esa iglesia, mejor. Estos lugares, en Roma, pueden ser teatro de momentos muy especiales como el Éxtasis de Santa Teresa. Una experiencia que, en medio de un viaje, en lugares nuevos y estimulantes, dejando espacio a las novedades y sorpresas, te lleve más allá de esa capilla, de esta ciudad.
También podría ser una meta. Llegas hasta ese lugar que has esperado, hacia el que has dirigido tus pasos, quizás día tras día en un largo caminar. Roma puede ser el encuentro con memorias que siguen teniendo significado, con lugares y objetos que contienen como regalo una experiencia religiosa. Roma reúne así lo que estaba tan distante como la tierra del cielo, lo desperdigado por todo el Orbe más allá de los mares, y lo que estando tan cerca, tan silencioso en lo inconsciente, ni habíamos notado.
Ese reunir lo disperso, lo dividido, incluso de tantas épocas y culturas, es una gran experiencia que podemos realizar en el museo por antonomasia de Roma: los Museos Vaticanos. En los días de menos afluencia o en las visitas durante la tarde-noche, podemos acercarnos a este mundo de bellezas reunidas, que nos esperan aquí como meta para nuestra peregrinación por la vida.
Se trata, en efecto, de la experiencia de tantos ‘romeros’. Como ellos, podemos entrar incluso en las entrañas de esta ciudad bajando hasta sus catacumbas, recorrer a pie la via Appia como antiguos héroes, comerciantes y soldados. Te aconsejo que pruebes esta experiencia con nuestro tour catacumbas y basílicas.
También podrías subir hasta lo alto de sus 7 colinas como si fueran lugares de culto en los que la vista se engaña con la hermosura de la ciudad mientras nos parece tocar la gloria. También podríamos meternos en sus callejuelas o llegar hasta los campos de las periferias. Roma nos invita a sacarnos la ropa, todo lo que traemos, para poder bañarnos en algún remanso de otro río de la ciudad: la corriente de la historia que corre y se hace más lento en el recodo de sus 7 iglesias.
Otra de las experiencias inolvidables, trascendentales que sólo Roma te ofrece es la visita a sus cementerios. Tanto el Acatólico como el del Verano son dos ciudades dentro de Roma que conservan memorias muy interesantes y arte en esas construcciones para conservar un nombre, el último espacio que nos hace recordar. Especialmente en el pequeño cementerio junto a la Pirámide Cestia, podemos rememorar los textos y las vidas de Gregory Corso, Gadda, Keats, Shelley, Amelia Roselli o Camilleri.
En mi caso, entrar en la Iglesia nacional española de Santiago y Montserrat reúne todos los requisitos para entrar un rato, pensando que estás unos minutos, y salir sin darte cuenta que habían pasado horas… y podrían ser siglos como la aventura de aquel monje ante un ruiseñor.
Para volver a la tierra, con hambre tras experiencias tan intensas, nada mejor que la Salumeria Roscioli, cerca de Campo dei Fiori. Recobramos fuerzas y notamos con gusto que seguimos vivitos y coleando por Roma.
5. Roma es la lámpara maravillosa
Con el roce de nuestras manos Roma se nos aparece y está contenta de ofrecernos lo que llevábamos deseando tanto tiempo. Quizás lo que tenemos asociado en nuestra imaginación con otros tiempos de la Antigüedad o del Renacimiento. O, por el contrario, regalos más corrientes que podemos llevarnos de recuerdo. En cualquier caso, Roma tiene algo de genial.
Os invitamos a descubrirlo quizás a bordo de una Vespa de época, de un fiat 500 (la versión italiana del Seat 600), yendo a la tienda de la Roma, de la Ferrari o embelesados ante la de Valentino en Plaza de España. Los talleres de arte en via Margutta o de los anticuarios en via dei Coronari. No necesariamente tendremos que poseer todo ello pero Roma nos lo hace aparecer, apreciar e incluso probar. Vernos en otra forma, con los ojos de Picasso durante el carnaval romano, constructores del Coliseo con un Lego, mimados por artistas que nos hacen caminar por un Edén de flores, frutos y guirnaldas o descubridores de antiguos tesoros en el silencio de sus bibliotecas históricas.
Creo que el cuerpo de esa Roma genial, lámpara maravillosa tiene cuerpo de música que surge, nos habla y desaparece. Por eso, asistir a una Ópera en Roma, o un concierto de Vasco Rossi en el Circo Massimo, podría ser un resumen perfecto, como una de las mejores experiencias que puedes vivir en Roma… y especialmente en ella.
6. Roma de tapas o a tapas
Como nos decía Javier Reverte durante un paseo por Roma, para disfrutar de la ciudad no hay nada mejor que ir por ella ‘tapeando’. Poco a poco y, al mismo tiempo, parándonos para tomar algo. Podríamos hacer un tour gastronómico, y dejarte guiar para probar los sabores romanos mejor elaborados y provenientes de este rincón del mundo. Lo importante es que sea poco y bueno para ampliar el abanico de las experiencias. Diversidad de sabores, naturaleza y cultura. Poco a poco.
En este caso una de las mejores experiencias que te ofrece Roma es tomar un café en el Caffè Greco. Porque el tiempo para un café en Roma te regala sabores e historias, inspira.
Para disfrutar de estas ‘tapas’ de Roma te aconsejo nuestro tour Roma al atardecer con degustación. Tantos ‘pocos’ que construyen una experiencia especial en el momento del día más hermoso de Roma.
7. La vida es sueño: príncipe y común mortal.
Llegamos casi al final de esta lista de experiencias vividas en Roma y que compartimos con vosotros, os invitamos a tomar las apariencias de un príncipe romano. Tal vez como en un sueño, como le pasó al pobre carbonero en el relato del Marchese del Grillo. Para ello, podemos imaginarnos como Alberto Sordi despertándonos en un ambiente como sólo Roma puede ofrecer: Palazzo Colonna.
Visitar Palacio Colonna nos puede llevar hasta la batalla de Lepanto o a ser la princesa de Vacaciones en Roma. Pasear por sus salas nos hace imaginar como personajes que aparecen en los libros de historia. Dejamos nuestras historias para entrar en la gran historia que crea la fama. Entramos en la casa de la familia de papas, virreyes de nápoles, grandes damas como Maria Mancini o Vittoria Colonna. Estos lugares, sus obras de arte, el barrio que los rodea, son un sueño hecho realidad como una de las mejores experiencias de Roma.
Luego, paseando por Garbatella o en Ostiense, ante la luz de algún mural de street art, ante el sol colorado de la vida cotidiana y contemporánea, podemos contemplar también la belleza de volver a casa, de desear lo conocido y sencillo, las voces que reconoces como familiares. También en Roma se puede hacer la experiencia de la sencilla alegría de volver a casa, a una simple casa.
8. El sitio de tu recreo
Por último os invito a hacer una experiencia que es un juego. Pensad en el nombre de vuestro pueblo o ciudad natal, en alguna obra de arte que tenéis en el memoria asociada a Roma. Podéis buscar en Roma los lugares unidos a vuestra patria chica o acercaros hasta esa obra memorable para verla en vivo y en directo. Roma siempre nos sorprende con las respuestas que nos da.
Si recordáis alguna película o pasaje de un libro que se desarrollan en la ciudad, algún personaje que os interesa o incluso recuerdos y consejos de amigos… id hasta allí para encontrarlos, revivirlos, hacer que sean lugares con una realidad aumentada, la vuestra, la de las secretas ilusiones y las sonrisas cómplices. Es la experiencia de Roma como un juego que deja nuestra curiosidad satisfecha o emocionada, con nuevas energías para seguir buscando.
Roma es así el sitio de mi recreo. Y ésta es una alegre experiencia. Una ciudad en la que te recreas y que contigo va creándose, creciendo con tu mundo y tus gustos.