Vivimos semanas difíciles en Roma, en Italia, en el mundo. Hospitales llenos, calles vacías. Paisajes desoladores de ciudades desiertas, de gente que lucha desde sus casas. Yo, desde la mía, en el barrio de Ostiense de la ciudad eterna, tengo un paisaje particular. Desde mi ventana, un viejo sabio de la zona, el Gazometro, destaca sobre el resto de construcciones.
Desde una cercana historia
El Gazometro es la estructura principal del recinto dedicado a la explotación y distribución de gas que en la primera mitad del siglo pasado dio tantas oportunidades de trabajo a la gente de esta zona, suponiendo un estímulo muy importante para la economía del barrio. Nuevas oportunidades, nuevas energías. El peculiar gigante metálico que antaño fue el centro industrial de la zona, nos mira hoy tranquilo, retirado de su vieja actividad. Ya sólo como un vecino más.
Atardecer en el barrio de Ostiense, uno de los barrios de Roma con más ‘carácter’.
Luego de varias semanas viviendo en cuarentena, Roma y por supuesto Ostiense, siguen luchando y aportando su parte para salir de esta situación. Al igual que toda Italia y todas sus gentes que hoy se alzan como ejemplo a seguir en esta batalla. Sin embargo, la energía que nos acompañaba las primeras semanas se ha ido apagando. Los balcones no respiran música y gritos de coraje como los primeros días. La fuerza sigue ahí, aunque brillando con menos luz. Al igual que el Gazometro, que conserva toda su fuerza pero luce oscurecido, sólamente recordando su pasado poderío que movió a todo un quartiere de Roma.
El Gazometro y Ostiense
Cuando, hace casi un mes, comenzamos esta andadura juntos para combatir la delicada situación que azota el país, nos marcamos como objetivo el 3 de abril. Hoy, a pocos días de su llegada, nos vemos resignados y un poco tristes al comprobar que esto no ha sido suficiente y que tendremos que caminar un poco más, siempre de la mano, hasta volver a nuestra preciada Italia. A volver a saludar a mi querida Roma.
Estas noches reflexiono en mi ventana mirando al Gazometro. Con el cielo de Roma tiñiéndose de su color naranja tan propio, pienso en toda la energía que durante tantos años ese infinito tubo de hierros dio a todo el barrio y en cuánto podríamos hacer uso de ella en estos momentos. No en sentido literal, sino en la fuerza y energía que con su surgimiento dio a toda una generación para poder llevar adelante tantos proyectos, tantas familias, tantas vidas. Una energía que hizo crecer a Ostiense.
Una de esas noches, acudí puntual a mi cita con mi sabio vecino. Pero ese día, su rostro no era gris y apagado. El Gazometro acudió con su mejor traje, con su mayor energía, iluminado, recordando su vieja fuerza, dando luz a toda Ostiense, a Roma, a Italia. Mi esperanza se encendió con su luz. Mirando a otras ventanas, observo que hoy el Gazometro y yo no discutiremos solos cómo ha ido nuestro día. Todo un barrio está con nosotros. Hoy no charlaremos sobre tiempos pasados. Hoy nuestra energía se ha renovado. Ahora miramos hacia adelante. Brillaremos de nuevo.
2 Comentarios
Lo he leído ahora, casi cuatro años después de la pandemia, esa época en la que soñaba vivir en Italia. Ahora que es así, estaba buscando qué era esa estructura vieja que veía siempre por el barrio. He llegado hasta este artículo, que me ha encantado y me ha hecho querer un poco más a esa estructura vieja. Gracias por la explicación y el sentimiento!
Yo también lo vuelvo a leer ahora y revivo las mismas emociones de la primera vez. Me alegra que estas palabras hayan sido un grato encuentro con la Roma que sigue suscitando tantas emociones.