Pintores Nazarenos en Villa Giustiniani Massimo

guia de roma en villa giustiniani

Pintores Nazarenos en Villa Giustiniani Massimo

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Hasta la luna somos capaces de ir para buscar lo que se ha perdido. Seguimos a Orlando Furioso en su locura hasta que recupera el seno. Una mañana, en Roma, viajamos con él hasta conseguir dejar el mundo.

Encontrando la locura en Villa Giustiniani Massimo

pro bono ariosto orlando furioso edicion 1516

Primera edición del Orlando Furioso de Ludovico Ariosto en 1516

«Pro bono malum.» Recibir males ante los intentos del bien. Ariosto, y también nosotros tantas veces, experimentamos que nuestros esfuerzos e intenciones, por muy buenos que sean, no reciben respuestas o provocan reacciones contrarias. A veces el tiempo, aun llegando tarde, cambia las cosas.

He iniciado esta página con este Phrenoschema o ‘epigramma figuratum’ utilizado por Ariosto. Él lo pone en su libro como emblema, como un jeroglífico inicial, ofreciendo a nuestros ojos un dibujo con un significado escondido. Un inicio ingenioso, alegórico que denuncia y que provoca curiosidad.

Villa Giustiniani nos acoge como un nuevo epigrama complejo y lleno de símbolos. El águila que se encuentra en la entrada de la villa nos indica claramente que pertenecía a la familia de los Giustiniani. De hecho, fue esta familia la que compró el terreno en 1605 aunque no se sabe cuando construyeron la villa. Más adelante, en 1803 el príncipe Vincenzo Giustiniani la vendió al marqués Carlo Massimo. Éste era un gran apasionado de las ciencias y las artes. Tras admirar el trabajo de los pintores Nazarenos en casa Bartholdy (frescos que ahora se conservan en la Alte Nationalgalerie de Berlín), decidió encargarles la decoración de tres salas en la planta baja del ‘Casino’ que da al jardín.

Los frescos para su villa, además, tenían que inspirarse en las obras de Dante, Tasso y Ariosto. Italia, su arte en el siglo XV, la búsqueda religiosa redescubriendo el cristianismo, inspiró una renovación vital y artística que atrajo e inspiró a este grupo de pintores alemanes.

Carlo Massimo encargó a Overbeck la decoración de la sala de la derecha con pinturas inspiradas en la Gerusalemme liberata de Tasso mientras que Cornelius tenía que pintar la sala de la izquierda inspirándose en la Divina Commedia de Dante. Al final, la sala de la Divina Commedia la pintaron Veit (techo) y Koch (paredes). Tras la muerte de Carlo Massimo en 1827 Overbeck dejó el encargo siendo sustituido por Josef von Führich.

overbeck villa giustiniani preparativos asalto jerusalen

Preparativos para el asalto a Jerusalén. Overbeck 1825. Villa Giustiniani Massimo. A la derecha Ariosto dicta la Gerusalemme Liberata, autorretrato del pintor y del marqués Carlo Massimo.

Angelica y Medoro en villa Giustiniani

La locura de Alonso Quijano le llevó a convertirse en Don Quijote. Aquí, Orlando se vuelve loco al ir recogiendo indicios de que su amada Angélica disfruta y vive sus amores con Medoro.

«Caduto gli era sotto il petto il mento,
la fronte priva di baldanza e bassa;
né poté aver (che ‘l duol l’occupò tanto)
alle querele voce, o umore al pianto.»

Se le había caído bajo el pecho el mentón,
la frente sin orgullo y baja;
no pudo tener (que el dolor le ocupó tanto)
voz para sus quejas o lágrimas para su llanto.

schnorr von carolsfeld orlando furioso villa giustiniani

Orlando y los amores de Angelica y Medoro en Villa Giustiniani Massimo. Fresco realizado por Schnorr, uno de los pintores Nazarenos en 1827

Revivimos en imágenes su furiosa locura y los ecos que en la naturaleza los dos amantes fueron dejando. Ellos escribían sus nombres en la corteza de los árboles. El poeta en versos, el pintor en estos frescos. Ahora, en el espacio sin tiempo de una pared, una vida de sueño, épica, se nos muestra en colores vivos. Viajando así en ellos, naves de palabra y pigmentos, se nos imprimen en la memoria.

Se trata, de hecho, del poder del arte pictórica que traduce las palabras y las evoca trayéndolas a nuestra vida hoy. Las leo y el sentimiento que las creó se recrea en mí. Abatido y loco, íntimamente recostado, acariciadora o contemplador de la vida desde el balcón de una casa de campo, nos convertimos en cada uno de los personajes.

Schnorr von Carolsfeld con su débil salud fue capaz de esta obra maravillosa en la sala central del Casino de villa Giustiniani concluyéndola en 1827.

Esta villa cerca de San Juan de Letrán se convierte, de esta forma, en el jardín primaveral del arte alemana más moderna en aquella época. Florecen estas obras en sus colores antes de que sus autores vuelvan todos hacia el norte. Overbeck, quizás por haberse casado con Nina, fue el único que se quedó en Roma. Poco después, también la villa quedó encajonada entre otros edificios, reducida a un claustro. La antigua imagen que según la familia Giustiniani representaba a su antepasado el emperador Justiniano se yergue contemplando lo que ha quedado de esta villa.

Termina también aquí la Confraternidad de San Lucas que los pintores nazarenos habían fundado. Se concluye esta obra coral pero su homenaje a los paisajes, colores y literatura italiana perduran.

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